El Kiev que este jueves ha recibido a tres de los hombres más poderosos de Europa se parece muy poco a lo que uno podría imaginarse como un país en guerra. Al margen de alguna que otra sirena, sacos terreros frente a escasos edificios y un toque de queda que recuerda que algo excepcional está ocurriendo, algunos habitantes de la capital de Ucrania parecen entregados a los placeres del verano en terrazas repletas o paseos con helados. A esta ciudad han llegado esta mañana el presidente francés, Emmanuel Macron, el canciller alemán, Olaf Scholz, y el primer ministro italiano, Mario Draghi, para llevar un doble mensaje al presidente Volodímir Zelenski y a todo Columna Digital: el sueño europeo está en el horizonte, pero antes de que este se cumpla es necesario un acuerdo para acabar con la guerra.
Nadie duda de que el camino para que Ucrania se convierta en socio de pleno de derecho de la Unión Europea será largo, y que incluso puede que no llegue nunca a completarse. Pero es innegable que la agenda europeísta de Zelenski está logrando estos días un importante empujón político. Primero fue la visita del pasado fin de semana a Kiev de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. El viaje de este jueves de los tres líderes de los países con más peso de la UE supondrá también un sonoro respaldo al país.
Pero la cita más importante será la del viernes, cuando Bruselas presente su propuesta de otorgar a Ucrania —y a Moldavia— el estatus de país candidato a entrar en la UE, probablemente acompañada de condiciones más o menos costosas. Finalmente, serán los líderes europeos los que tengan la última palabra en la cumbre que se celebrará el 23 y 24 de junio.
En Kiev, Macron, Scholz y Draghi darán un apoyo inequívoco a Ucrania ante la agresión rusa. Pero en el equipo de Zelenski temen que junto con la zanahoria de ofrecer un horizonte europeo llegue el palo de recordar a Ucrania que, por mucho que se niegue a dialogar con la Rusia de Vladímir Putin, al final tendrá que hacerlo. Ya lo adelantó el miércoles Macron, de visita en Rumania. “Cuando, según espero, Ucrania haya vencido y el combate haya acabado, tendremos que negociar. El presidente ucranio y su equipo tendrán que negociar con Rusia”, añadió. Pese a aclarar que el momento del diálogo debería llegar tras la victoria ucrania, algunos observadores vieron en estas palabras un eco de las que ya pronunció el mismo Macron sobre la necesidad de no humillar a Moscú, unas declaraciones que causaron indignación no solo en Ucrania sino en muchos países del este de la UE.
En el círculo de Zelenski temen que la terna de Macron, Scholz y Draghi trate de convencerlo de la necesidad de sentarse a negociar con los rusos para acabar con una guerra que deja, solo en el lado ucranio, cada día más de 200 muertos. Que además amenaza con hacer descarrilar la economía mundial, con reverberaciones en una crisis alimentaria mundial y un crecimiento desaforado de la inflación. Y que, por si todo esto fuera poco, empieza a castigar a los mercados de deuda europeos.
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Frente a este discurso a favor de las negociaciones, es difícil encontrar en Ucrania voces que defiendan hacer dolorosas concesiones a Putin a cambio de que paren las armas. “Nos están atacando a nosotros. No podemos aceptar ningún acuerdo que implique ceder territorio. En tres o cuatro años Rusia volvería a agredirnos. No estamos pensando en el ahora, sino de aquí a una generación”, asegura en Kiev un asesor del Gobierno que pide el anonimato.
Y todo este debate coincide con la exigencia por parte de Ucrania de que Occidente envíe más, mucho más, armamento. Hanna Maliar, viceministra de Defensa, aseguró el miércoles que sus fuerzas armadas solo habían recibido el 10% del material que reclamaban, y que su Ejército usa cada día entre 5.000 y 6.000 proyectiles de artillería, 10 veces menos que Rusia. “Da igual cómo de profesional sea nuestro ejército, no podemos ganar esta guerra sin ayuda de nuestros socios”, añadió. “Ucrania necesita sistemas antimisiles modernos. Hicimos esta petición mucho antes de que comenzara la invasión rusa. Estos retrasos no se pueden justificar”, añadió el miércoles el presidente en su canal de Telegram.
Mientras Zelenski se preparaba el miércoles para recibir a los líderes de Francia, Alemania e Italia, Kiev ponía en marcha una votación online para desrusificar los nombres de sus calles, desde la dedicada a Moscú a la del escritor Antón Chejov. Ni siquiera en el callejero hay ganas de hacer concesiones ante un país que encadena ya 112 días de ataque sin cuartel.
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