Este próximo noviembre, el pionero de rock en España, Manolo Díaz, recibirá el Grammy Latino por su enorme aportación en la música e impulso a las grandes figuras musicales y culturales.
Aquella comida con Enrique Bunbury resultó de “una agresividad tremenda”. Lo dice Manolo Díaz, por aquel entonces presidente de Emi. Se citó con el cantante en la terraza del ostentoso hotel Ritz de Madrid. “Hay un problema, Enrique, mi antecesor en Emi, hizo un contrato contigo en el que cuántos más discos vendemos, más perdemos como compañía. Eso no puede ser. Es un chollo para ti, y lo sabes, y un desastre para nosotros. Para poder seguir trabajando bien juntos te tendrías que rebajar los derechos de autor”. Bunbury se levantó pausadamente y, de repente, comenzó a gritar, desaforado, como si estuviera vociferando la canción más exigente de Héroes del Silencio en una plaza de toros repleta: “Me cago en dioooooos, me cago en la virgeeeeen”. Los camareros, “elegantísimos, como salidos de una película de Visconti”, se quedaron paralizados. El comedor, lleno de clientes pudientes, no daba crédito. “Yo me acojoné”, relata Díaz. “Luego se calmó y nos despedimos con frialdad. Al llegar a mi despacho, preocupado por la reacción negativa de Enrique, abrí el correo y había un mensaje de Bunbury: ‘Manolo, estoy de acuerdo en todo”. Alivio.
Manolo Díaz, 81 años, cuenta la anécdota entre risas en una linda terraza de su casa de la localidad asturiana de Luanco. El rumor de las olas suena sugestivo en una mar tranquila. Como todos los años, veranea en su tierra (nació en Oviedo) y en unos días se marchará a Florida, donde vive con su pareja, la estadounidense Rose McVeigh. Díaz es el último gran jefe de la industria musical española. No hay nadie con su currículo: ha sido presidente de grandes disqueras españolas como CBS, Sony, Polygram o Emi, y presidente de la Federación de la Industria Fonográfica de América Latina. Con el fallecimiento de su mentor la semana pasada, Tomás Muñoz, y de su rival (pujaban por los artistas) José María Cámara hace un año, Díaz es la única memoria de una época básica en la cultura española: la formación del negocio musical moderno. A pesar de la revolución digital en el sector, nada de lo que disfrutamos en la actualidad hubiese sido posible sin el entusiasmo y el talento de pioneros como él.
A Díaz le acaban de conceder el Grammy Latino Honorífico a su contribución, galardón que le entregarán el próximo noviembre en la ceremonia de los premios. Cuelga de su dormitorio en Luanco un collage de fotos donde con un golpe de vista uno se puede hacer una idea de la relevancia de este hombre educado y de conversación elocuente. Fotos con Julio Iglesias, Frank Zappa, Michael Jackson, Xuxa, Billy Joel, Isabel Pantoja, Bon Jovi, Carlos Vives… “Los músicos son seres vulnerables, inseguros y están muy solos. Es terrible vivir en el mundo de los artistas y sus caprichos. Había que conquistarlos y era complicado, pero yo reconozco que lo hacía bastante bien, porque había sido artista y de alguna forma no les pedía lo imposible. Me ponía en su lugar, que es algo que nunca se debe hacer en este negocio, pero los ablandaba. Se relajaban y se quitaban los guantes de boxeo”, relata.
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