Moira Millán, indígena mapuche, es una de las voces que se oponen a la narrativa de blanquitud nacional que el presidente argentino Alberto Fernández reafirmó el pasado 9 de junio. Libra su lucha en varios frentes: combate caminando y denunciando frente al mundo la violación constante de los cuerpos y territorios de las mujeres de pueblos originarios.
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El pasado 14 de marzo, mujeres indígenas de la Patagonia argentina empezaron una marcha contra lo que han llamado un terricidio. Desde el territorio recuperado Lof Mapuche Pillán Mahuiza (100 kilómetros al sur de la ciudad de Esquel, Provincia de Chubut) una columna de manifestantes empezó a caminar “para sanar”, según sus proclamas. El destino era Buenos Aires, adonde llegaron el 22 de mayo. Una de las inspiradoras de la actividad fue Millán, fundadora del Movimiento de Mujeres Indígenas para el Buen Vivir. Ella es weichafe, palabra que en el idioma mapundungun significa guerrera.
Este concepto, sin embargo, no tiene para los mapuches el carácter belicista que tiene para la cultura occidental. En la cultura mapuche, el weichan es un acto de autodefensa. Es más bien un defensor de su pueblo y su territorio. Moira habla desde el corazón de la Puelwillimpapu –hoy llamada Patagonia–, y cuenta por qué se realizó la marcha y cuál es su lucha y la de sus compañeras.
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Una de las prácticas que combaten como hicieron sus antecesoras antes, cuenta la weichafe mapuche, es el chineo, que consiste en la violación de niñas indígenas que apenas han empezado a menstruar (10-12) años por parte hombres blancos que quieren marcar de ese modo un pasaje ritual en la sexualidad de la menor y reafirmar al mismo tiempo su propia virilidad. Esta atrocidad, asegura, no ha desaparecido con la colonia y se sigue realizando en muchos casos bajo el amparo o la complicidad de los caciques de las comunidades.
Las madres no hispanohablantes de estas niñas violadas encuentran muchas dificultades para denunciar los hechos, ya que muchas veces la aplicación de los derechos lingüísticos es vulnerada, elemento que les impide poder informar detalladamente las autoridades sobre lo sucedido.
Cuando las violaciones son denunciadas ante la justicia de los winkas (blancos en mapundungun) estos se dirigen al cacique que reduce todo a una práctica cultural encubriendo de esta manera al violador y garantizando su impunidad. “Por eso, pusimos en marcha en 2019 la campaña #bastadechineo, para pedirle al mundo que reconozca que el chineo tiene que ser declarado como un atroz delito y eliminado de una vez por todas”, relata Millán.
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La misma Moira Millán, en un evento internacional el pasado 15 de mayo. En el que conversaba con la activista india Vandana Shiva, recordó que “la tierra llama a las mujeres indígenas a luchar”. Y explicó: “Las mujeres indígenas somos cuerpas-territorio (sic) y la tierra nos habita. Esto es lo que hacemos las mujeres indígenas con esta marcha: manifestamos las voces inaudibles de la naturaleza contra el terricidio promovido por el nuevo codicioso colonialismo.
La fuerza telúrica espiritual de la Tierra está despertando a las mujeres y las mujeres lucharán por defender la Tierra, la verdadera fuente de su identidad más profunda. Yo llamo esto feminización cosmogónica. Además, para nosotras es importante afirmar que no le estamos disputando el poder a este sistema colonial, patriarcal y capitalista. Luchamos por restaurar la armonía”.
La frase pronunciada por el presidente de Argentina, Alberto Fernández. El pasado 9 de junio en una conferencia de prensa celebrada en Buenos Aires junto al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez ―“Escribió alguna vez Octavio Paz que los mexicanos salieron de los indios, los brasileros salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos. Eran barcos que venían de Europa”― confirmaron, dice, el mito de la blanquitud de la nación, en opinión de los indígenas.