El panorama laboral para las mujeres en México sigue siendo desalentador, a pesar de los avances sustanciales en décadas pasadas. Desde 2019, los datos oficiales reflejan una brecha significativa en la participación laboral entre hombres y mujeres: un 75% de los hombres está activo en el mercado, en comparación con solo un 45% de las mujeres. Este desfase no es una novedad; se ha mantenido durante años, revelando una realidad que demanda atención urgente.
El Centro Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) proporciona un contexto que ayuda a entender esta desigualdad. En los hogares mexicanos, el 75% de las mujeres asume la responsabilidad de los cuidados familiares, un dato que contrasta drásticamente con el 24% de los hombres en la misma tarea. Este trabajo no remunerado es crucial, ya que permite que otros miembros de la familia puedan dedicarse a trabajos remunerados. De hecho, se estima que este trabajo sin pago contribuye con un 26% al Producto Interno Bruto (PIB) del país, aunque carezca del reconocimiento que merece.
Aunque las mujeres en México han accedido al mercado laboral y desempeñan un papel visible, a menudo se encuentran limitadas por los roles de género históricos. Muchas están empleadas en el sector de servicios, que suele estar relacionado con el cuidado, reflejando la naturalización de estas tareas como una obligación femenina. Esta carga de trabajo se traduce en una “pobreza de tiempo”, donde muchas mujeres, además de sus responsabilidades laborales, deben cuidar de niños, ancianos y personas con discapacidad.
A pesar de las brechas que persisten en los salarios —donde las mujeres ganan solo 83 pesos por cada 100 que recibe un hombre por el mismo trabajo—, hay un interés claro entre las mujeres para participar activamente en la economía. Sin embargo, factores como el acoso en el proceso de contratación y la falta de políticas de apoyo adecuadas, como un Sistema Nacional de Cuidados, continúan obstaculizando su progreso. A esto se suma que muchas optan por trabajos no formales que, aunque pueden ayudarles a subsistir, no generan un impacto significativo en la economía.
El futuro económico de México se presenta incierto, con proyecciones de crecimiento del PIB por debajo del 1% para finales de 2025. Las soluciones para reactivar la economía deberían incluir la valorización del trabajo de las mujeres. Es esencial que el gobierno actual, bajo la administración de Claudia Sheinbaum, priorice la creación de un entorno que permita a las mujeres entrar y permanecer en el mercado laboral. Este cambio no solo es una cuestión de justicia, sino que también podría ser un motor crucial para el desarrollo económico sostenible del país.
Las encuestas revelan que hay muchas mujeres dispuestas y capacitadas para trabajar, pero enfrentan entornos que no favorecen su desarrollo profesional. Aunque es alentador que México cuente con una presidenta, el simbolismo de esta figura se diluye si no se traduce en oportunidades concretas para todas las mujeres. En este contexto, es esencial que la sociedad en su conjunto comprenda la importancia de apoyar las iniciativas que permitan a las mujeres no solo participar en la economía, sino hacerlo en igualdad de condiciones.
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