El gobierno y la Suprema Corte de México han decidido rebajar el tono y tratar de negociar los detalles de la reforma judicial sin confrontación. Esta actitud conciliadora la ha tomado el Ejecutivo ante la presión de los empresarios y la academia, que reclamaron no hacer cambios a la reforma pero sí cuidar su aplicación. Este cambio de actitud del Gobierno se percibe como una respuesta al menú de acciones legales en su contra que se había anunciado en diferentes ámbitos, el descontento se abarcaba no sólo a los empresarios y figuras de la cultura, sino que también venía de parte de la oposición y de muchos activistas sociales.
El presidente Andrés Manuel López Obrador se reunió el jueves con el ministro de la Corte Arturo Zaldívar para discutir la polémica reforma que la Corte puso en operación el mes pasado. La reunión fue la primera entre las dos partes después de un intercambio de declaraciones muy duro que incluyo declaraciones de personajes de poder en ambos bandos. Esto llevó a la suposición de una confrontación que podría debilitar la independencia del poder judicial, pero la postura conciliatoria del Gobierno alivia un poco el ambiente.
La reforma judicial es una iniciativa que busca capacitar y actualizar al Poder Judicial, pero ha sido criticada en círculos empresariales que aseguran que podría generar un efecto paralizador e incluso peligroso para el tejido productivo del país. La postura conciliatoria del Ejecutivo se percibe como un intento de reparar la relación con los empresarios y evitar posibles conflictos en el futuro.
La reunión entre el presidente y el ministro de la Corte terminó con un compromiso mutuo de mantener un diálogo constante y trabajar juntos para revisar las implicaciones de la reforma. A pesar de que el tono de las declaraciones ha cambiado a uno notablemente menos agresivo, sigue siendo un delicado proceso de negociación que requiere mucha atención y cuidado.
A pesar de la cautela en los discursos, esta actitud conciliatoria podría generar nuevas especulaciones y polémicas en el futuro, así como nuevos desafíos para las negociaciones. Lo que es claro es que se espera una conciliación productiva entre todas las partes involucradas para llevar a cabo los cambios necesarios en el Poder Judicial sin debilitar la soberanía y la independencia del mismo.
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