Durante décadas, se ha tratado de desarrollar una píldora anticonceptiva para hombres pero, por el momento, los esfuerzos no han puesto en el mercado un producto así. En la reunión primaveral de la Sociedad Química Americana (ACS, de sus siglas en inglés), un grupo de investigadores de la Universidad de Minnesota (EE UU) presentó la semana pasada los resultados de un estudio en ratones que muestra el potencial de una píldora anticonceptiva no hormonal masculina.
Muchos de los compuestos que se están probando para evitar la producción de espermatozoides aplican un mecanismo hormonal, como el femenino, pero en este caso con la testosterona como objetivo. Dado el intrincado equilibrio hormonal de los seres vivos, tocar una tiene un impacto sobre otras y los efectos secundarios, como bien conocen muchas mujeres que toman la píldora, son frecuentes.
En el caso de los hombres, el incremento de peso, la depresión o la falta de deseo son algunos de los que se han encontrado durante los ensayos clínicos de estos fármacos. Así, entre los anticonceptivos masculinos, el más utilizado sigue siendo el preservativo, que fue probado por primera vez a gran escala por Gabriele Falloppio (el de las trompas) durante la terrorífica epidemia de sífilis del siglo XVI en Europa.
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Los investigadores del laboratorio de Noman, liderado por Gunda Georg. Estudiando la estructura de la proteína, probaron un centenar de compuestos que pudiesen inhibir el ácido retinoico de manera selectiva hasta que llegaron a un compuesto bautizado como YCT529. Cuando se lo dieron a los ratones, el número de espermatozoides en sus eyaculaciones cayó en picado y los embarazos se redujeron en un 99%. Además, cuando los animales dejaron de tomar la píldora, recuperaron su capacidad reproductiva en menos de un mes y medio.
Hace unos años, el gamendazole, otra alternativa anticonceptiva no hormonal, mostró su efectividad en ratones, pero, según explica la investigadora, se abandonó su desarrollo “porque la duración de la patente no daba tiempo suficiente para hacerla llegar al mercado en un tiempo razonable”.
En el pasado, la combinación entre dificultad y falta de interés ha impedido la llegada de alternativas anticonceptivas para los hombres más allá del condón y la vasectomía. Por un lado, bloquear la producción de millones de espermatozoides por eyaculación parece más difícil que hacer lo mismo con un solo óvulo. Sin embargo, algunos ensayos clínicos en humanos han logrado hacerlo con éxito.
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Uno de los que llegó más lejos fue el liderado por Douglas Colvard, de la organización CONRAD (Investigación y desarrollo en contracepción, de sus siglas en inglés) y amparado por la Organización Mundial de la Salud. Aplicado en forma de inyección, observó a 266 participantes durante algo más de un año. En ese tiempo se produjeron cuatro embarazos y en el 94,8% de los casos, la capacidad para producir espermatozoides regresó durante el año posterior al abandono de las inyecciones.
El éxito de la píldora femenina ha reducido el interés comercial de la masculina. Quienes se quedan embarazadas y cargan con una mayor parte de las consecuencias de un embarazo no deseado, incluso en una pareja estable, son las mujeres. Las empresas farmacéuticas y los ginecólogos argumentan que, con frecuencia, ellas no se fiarían de que los hombres tomen las pastillas cuando es debido. También que la mayoría de ellos no aceptarán el incordio y los inconvenientes de asumir su parte de responsabilidad en un problema que la medicina, aunque con una cantidad importante de efectos secundarios, ya ha resuelto. Con este panorama, cuando aparece el mínimo problema en un tipo de fármacos que iría dirigido a personas sanas se detienen los estudios.
En ciencia, se suele decir que la fusión nuclear, que proporcionaría una cantidad casi infinita de energía de forma constante y casi sin contaminación, lleva décadas estando a 20 años de hacerse realidad. Con el fármaco anticonceptivo masculino sucede algo similar. Esfuerzos como los de Georg y su equipo tratan de dejar la broma obsoleta, pero es probable que para lograr el cambio no valga solo la ciencia y la tecnología.
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