La consulta popular próxima —a propósito de los funcionarios que hayan cometido actos contra la ley— está sirviendo para arrasar a los opositores que, en el pasado, hubiesen ocupado un cargo relevante. Ayuda a que funcione esta campaña la dificultad para encontrar alguno que no se haya beneficiado generosamente gracias a las posiciones ocupadas.
Más información
Así es como la pinza se cierra: el partido gobernante no quiere competidores y los competidores tienen las piernas rotas. Movimiento Ciudadano (MC) es una excepción dentro del sistema de partidos. No puede calificarse como tradicional, ni formó parte central del régimen previo. No obstante, comparte con el resto su extrema dependencia a las personas que lo lideran.
MC es conocido por algunos de sus legisladores, pero sobre todo por quienes en las regiones han logrado ganar cargos de elección. Enrique Alfaro es el paradigma más claro: su gestión como gobernador de Jalisco es la carta importante con la que MC cuenta hasta hoy para ganar el futuro. Pesa, sin embargo, en su contra el triunfo envenenado que esta fuerza recién obtuvo en Nuevo León.
Toda reputación de MC puede irse por la coladera si el gobernador electo, Samuel García, continúa conduciéndose con la frivolidad que lo caracteriza. No bastará para defenderlo decir que el gobierno federal quiere destruir su reputación. Con Alfaro esta estrategia también se utilizó y no sirvió de nada.