En un notable descubrimiento musical, dos composiciones perdidas de Johann Sebastian Bach han sido identificadas tres décadas después de su hallazgo inicial, marcando un acontecimiento trascendental en el mundo de la música. Estas obras, la “chacona en re menor” (BWV 1178) y la “chacona en sol menor” (BWV 1179), fueron interpretadas por primera vez en más de 300 años el 17 de noviembre de 2025, en la histórica iglesia de Santo Tomás en Leipzig, Alemania.
Las chaconas, que datan de cuando Bach era apenas un joven de 18 años y se desempeñaba como profesor de órgano en Arnstadt, atrajeron la atención de investigadores hace más de 30 años. Peter Wollny, director del Archivo Bach de Leipzig y figura clave en la investigación, descubrió estos manuscritos en la Biblioteca Real de Bélgica en Bruselas en 1992. Aunque los textos no estaban firmados ni fechados, Wollny notó características estilísticas que coincidían con las obras del compositor de este período.
El evento de su interpretación fue destacado como una “sensación mundial” por Wolfram Weimer, secretario de Cultura, quien estuvo presente durante el hito musical. El renombrado organista neerlandés, Ton Koopman, también presidente del Archivo Bach, llevó a cabo la interpretación, subrayando la calidad y el virtuosismo de estas piezas. “Cuando pensamos en la genialidad de Bach o Mozart, a menudo se nos hace creer que surge más tarde en la vida. Sin embargo, este no es el caso”, comentó Koopman, sugiriendo que a pesar de su juventud, Bach ya mostraba un talento excepcional.
La búsqueda de la autoría de las obras fue extensa. Wollny explicó que la clave para atribuirlas a Bach radicó en identificar al copista, un proceso que incluyó la creación de un portal de investigación por parte de la Academia de Ciencias de Sajonia. Este esfuerzo permitió concluir con certeza que las copias halladas fueron realizadas alrededor de 1705 por Salomon Günther John, un estudiante de Bach.
Las chaconas, que fueron populares en la época de su composición, presentan rasgos que son distintivos de la obra de Bach y que no se encuentran en la de otros compositores. Con su reciente identificación, se abre una ventana para que organistas de todo el mundo incorporen estas piezas a su repertorio, enriqueciendo aún más la herencia musical del célebre compositor.
Este descubrimiento no solo renueva el legado de Bach, sino que también representa un tributo al meticuloso trabajo de investigación que permite revivir y celebrar la música del pasado.
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