El presidente de Nicaragua Daniel Ortega presumió durante años que su manejo de la economía era superior al de sus vecinos en Latinoamérica. El Gobierno se enfocó en atraer empresas extranjeras para instalar plantas manufactureras.
La crisis política que estalló en 2018 tuvo su raíz en el sistema de pensiones y se alimentó de la condición de pobreza en que viven la mayoría de los nicaragüenses. Tres años después, con la crisis todavía en proceso y la persecución de opositores arreciando, la confianza en el manejo de la economía se agrieta.
Al menos 18 opositores, entre periodistas y antiguos aliados del Gobierno, han sido aprehendidos por la Policía Nacional. Cinco de ellos aspiran a ser candidatos presidenciales en las elecciones de noviembre, pero Ortega busca permanecer en el poder. Organismos internacionales han exigido que se lleven a cabo elecciones transparentes y justas.
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A pesar de que el clima de represión e incertidumbre ha ido escalando desde 2018, los empresarios habían permanecido mayoritariamente en silencio. Hoy, la persecución los ha alcanzado con dos arrestos, cuentas congeladas y una amenaza de expropiación.
La primera década
Durante los dos períodos en el poder, entre 2007 y 2017. El presidente Ortega se enfocó en fortalecer las reservas internacionales y las finanzas públicas. Su relación con los empresarios era cordial mientras, en el extranjero, promovía al país como destino de inversión.
Los esfuerzos rindieron frutos y empresas extranjeras instalaron plantas maquiladoras. En esos 10 años, el promedio de crecimiento económico anual fue de 5,2%. Muy por encima de sus pares en la región.
“Es un hecho paradójico, digamos, porque Ortega entró supuestamente como un socialista”, recuerda el economista Francisco Aguirre, quien fue presidente de la Comisión de economía en la Asamblea Legislativa entre 2007 y 2012, “pero, en realidad, en su manejo de la economía, definitivamente, fue extremadamente pragmático y, como resultado, Nicaragua tuvo una de las tasas de crecimiento económico más altas”.
“La remuneración no les alcanza a los nicaragüenses”, explica Abelardo Medina, economista del ICEFI, “entonces emigran a otras realidades, no solo a Estados Unidos, sino también hacia Costa Rica.
El sector privado nicaragüense se acercó al Gobierno de Ortega durante esos años y tuvo un gran impacto en el manejo de la economía del país, asegura Aguirre, quien fue también ministro de Exteriores y trabajó en el Banco Mundial. “Este es un tema que es muy controversial en Nicaragua, porque hay muchas personas que critican al sector privado por no haberle dado más importancia a consideraciones políticas, pero la verdad de las cosas es que nadie en Nicaragua, nadie, se imaginaba que iba a estallar el repudio que se dio en 2018”.