La pandemia ha hecho cuestionar el modelo futuro de ciudad. Cómo se planifican, cómo se gestionan, lo importante que es consolidar la resiliencia y, sobre todo, lo cara que se cobra la desigualdad. “Una de las grandes lecciones que nos han dejado estos años ha sido la interconectividad de gobernanza”, comenta José Manuel Ribeiro, alcalde de Valongo, Portugal.
Recientemente, Ribeiro acudió a Barcelona para participar en el evento Ciudades y territorios inteligentes como pilares de la agenda común, organizado por Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) en el marco del Smart City Expo World Congress (SCEWC) del 16 al 18 de noviembre. El Consejo Mundial de CGLU se suele reunir una vez al año para decidir la estrategia de la organización y para promover la implementación de las líneas políticas generales aprobadas de forma consensuada por la membresía de CGLU.
En esta ocasión, se congregaron más de 150 participantes, representantes de gobiernos locales y regionales de todos los continentes, socios internacionales, así como miembros de la sociedad civil y el mundo académico. El objetivo fue definir la estrategia del movimiento municipalista y su contribución a la Agenda Común de Naciones Unidas.
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Para ello, abordaron a través de tres debates de alto nivel algunas de las cuestiones de políticas clave para el futuro de la humanidad y para alcanzar las metas de las agendas globales en el comienzo de lo que Naciones Unidas denomina la Década de Acción. Estas iniciativas incluyen avanzar hacia la equidad de género e invertir en la provisión de servicios públicos para un mundo que no deje a nadie atrás y libre de desigualdades; la transición ecológica, incluyendo la lucha contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad; y la reforma del sistema multilateral para incluir a todas las esferas de gobierno.
A lo largo de los tres diálogos, los participantes priorizaron la necesidad de transformar y adaptar el uso de las tecnologías para el beneficio de las personas. También se defendió la importancia de garantizar la prestación de servicios públicos y bienes comunes en la era post-covid y se incidió en incluir a los gobiernos locales y regionales en las conversaciones sobre la recuperación.
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Como herramienta principal para lograrlo, se abordó la puesta en marcha del Pacto para el Futuro: . Este está destinado a reflejar los principios, valores y aspiraciones compartidas de las comunidades locales y, también, aspira a ir verdaderamente más allá de los acuerdos internacionales, con compromiso y la capacidad de los actores locales y los líderes del movimiento municipalista.
Emilia Saiz, directora general del CGLU lo dijo de forma clara: “Ponemos grandes esperanzas en las propuestas perfiladas por el Secretario General de la ONU y sugerimos una renovación del contrato social desde los territorios, desde el ecologismo, y un nuevo liderazgo empático y compartido para alcanzar el derecho a la ciudad, el ideal común”. El Pacto para el Futuro pretende definir la realidad multicultural, diversa y con valores universales. “Para que tenga éxito, es necesario formularlo conjuntamente con la sociedad civil,” incidió Saiz.
Espinosa enfatizó que los compromisos adoptados en la Carta de las Naciones Unidas, Nosotros los pueblos, solo podrá llevarse a cabo a través del empoderamiento del poder local: “Antes de la pandemia no había mucha humildad en el ámbito político,” recuerda Ribeiro. “La incapacidad de gestionar la crisis sanitaria ha sido la gran constatación de que necesitamos la ciencia, las ciudades y a los pueblos”.
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