La provocación comenzó en Jerusalén, aunque se tratara solo de los síntomas de causas más profundas. Intentos de desalojar por la fuerza a familias de Sheikh Jarrah, ataques contra fieles palestinos en el recinto de la mezquita de Al Aqsa, e incluso contra palestinos cristianos impidiéndoles celebrar la Pascua en el Santo Sepulcro, sumado todo ello a una manifestación cargada de odio, en coordinación con la policía y apoyada por varios políticos israelíes, de centenares de sionistas religiosos cantando “muerte a los árabes”, crearon el contexto del que hoy somos testigos, incluso en lo que concierne a Gaza.
Hace unas pocas semanas, Human Rights Watch publicó un importante informe en el que se documentaba cómo Israel está implicado en el crimen contra la humanidad que es el apartheid. Esto había sido previamente denunciado por la organización B’Tselem, líder de Israel en derechos humanos, así como por varias organizaciones palestinas de derechos humanos. Lo más relevante es que se están refiriendo no solo al territorio palestino ocupado sino también al sistema de discriminación institucionalizada impuesta a los ciudadanos palestinos de Israel.
Durante las pasadas semanas los ciudadanos palestinos de Israel han padecido duros ataques de bandas de extrema derecha que, protegidos por la policía israelí, han entrado en barrios palestinos de ciudades como Jaffa, Haifa, Acre y Lydda, provocando y atacando violentamente a palestinos. Fue su respuesta a la hermosa participación de miles de ciudadanos palestinos en pacíficas manifestaciones de apoyo a nuestra gente de Jerusalén. La incitación al odio contra nosotros, tanto desde el Estado como incluso por parte de algunas personalidades mediáticas, ha contribuido a crear una situación en la que han tenido lugar ataques contra ciudadanos palestinos en lugares de trabajo, transportes públicos y universidades.
Pero, una vez más, no se equivoquen. No se trata solo de un alto el fuego en Gaza o de impedir el desalojo de familias palestinas. Se trata del pueblo palestino, de todo el pueblo palestino, de que finalmente sea capaz de satisfacer sus inalienables derechos: desde el de acabar con la ocupación que comenzó en 1967 hasta el de la igualdad de derechos para todos los ciudadanos del Estado de Israel, incluidos los ciudadanos palestinos que constituyen en torno al 20% de su población.
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