Entidades vecinales y ecologistas de Barcelona como Eixample respira o la Plataforma por la calidad del Aire han presentado este martes una contundente propuesta de peaje contra la contaminación en la ciudad. La idea consiste en que los coches que circulen por la ciudad entre las 7 y las 20 horas con solo uno o dos ocupantes paguen cuatro euros al día. El horario está pensado para que haya alternativa al coche en el transporte público.
El peaje no sería físico, con barreras, sino que comprendería el área de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) y sería la Guardia Urbana quien velaría por su cumplimiento con controles aleatorios. Las actuales cámaras que leen matrículas para comprobar las emisiones de los vehículos servirían para controlar el pago, que se realizaría el día anterior. Los impulsores, que plantean implantar el sistema en los próximos dos años, descartan bonificaciones en la tasa del peaje, porque entienden que sería fomentar el uso del coche. La tasa se tendría que pagar la víspera de circular, antes de medianoche.
El peaje afectaría a todos los vehículos con uno o dos ocupantes: sean o no residentes y también los de reparto de mercancías, salvo vehículos de emergencias o especiales, personas con movilidad reducida, rentas bajas que necesitan coche para trabajar o transporte público. La medida pretende penalizar el uso individual y habitual del vehículo privado, de ahí la exclusión de pago del peaje a los vehículos de “alta ocupación” (de 3 o más personas). Todos los vehículos tendrían una autorización de diez días de circulación al año.
Permitiría, eliminar un 17% del tráfico de acceso y un 30% del interno (un 21% en total) y recaudar 370 millones de euros que se destinarían a transporte urbano y sanidad, siempre según los impulsores. El 69% de los coches privados que entran o salen de la ciudad se desplazan entre zonas donde llega el metro (además del tranvía, Ferrocarriles, Cercanías o buses), han concretado.
Los promotores defienden que es “la medida más efectiva para disuadir el uso del coche” y que funciona en 19 ciudades europeas, con reducciones de hasta el 30% del tráfico. En Barcelona, la tasa media de ocupación de los vehículos es de 1,19 personas.
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