Se dijo y alegó de todo desde una alucinante extrema derecha, reforzada por algunos personajes connotados. Todo para torpedear durante seis interminables semanas, con todo tipo de armas, la proclamación de Pedro Castillo como presidente del Perú, elegido el 6 de junio en la segunda vuelta ante Keiko Fujimori.
Habían venido repitiendo que Castillo era “comunista” y que su Gobierno copiaría el “modelo” de Castro, Chávez y Maduro. Costosos paneles luminosos con angustiantes imágenes de balseros cubanos, entre otras perlas, anunciaban lo que pasaría con los peruanos si ganaba. Luego de la votación, cuando estuvo claro que los resultados favorecían a Castillo, el eje pasó a ser, con insistencia y sin pruebas, la patraña de un supuesto fraude. Incluso, que el sistema electoral peruano estaba manejado por venezolanos chavistas (expresidente colombiano Pastrana dixit).
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Mientras, se organizaban agresiones contra funcionarios electorales, y otros hacían inaceptables llamados públicos y reiterados a los militares para “actuar”; es decir para que hagan un golpe de Estado. En paralelo, el partido perdedor en la segunda vuelta presentó más de 1.000 recursos para obstruir el resultado inevitable, postergando la proclamación y el trabajo de transferencia gubernamental.
La batería estaba nutrida de artillería pesada. Pero es que ninguno de los objetores pudo blandir, aunque fuese una sola prueba del supuesto “fraude”. Al revés. Todas las organizaciones internacionales observadoras de la elección (más de 20) elogiaron —y lo reiteraron— la calidad y rigor del proceso electoral. Y lo hicieron también los principales Gobiernos democráticos del mundo.
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Pero los hechos no importaban. La rabia e intolerancia marcó el compás de la música. Tanto así que llegó a ser asumida hasta por la señora Ayuso, presidenta de la comunidad de Madrid, quien con ligereza reprochable llegó al extremo de afirmar que en el Perú habían votado “44.000 muertos”. Tendrían que pedirle a ella excusas —o al menos darle explicaciones— quien le transmitió en Madrid tremendo cuento.
La largamente esperada proclamación oficial de Castillo como presidente electo ocurrió este lunes. ¿Cambiará esto las cosas y el clima político? Esperemos que sí y a favor de ello tenemos al menos un par de indicadores.