Pedro Castillo ha generado inquietud entre la élite económica de Perú. El candidato de izquierda populista que sacó más votos el domingo pasado en las elecciones, a la espera de que el tribunal electoral resuelva las anulaciones de mesas que ha propuesto su rival, Keiko Fujimori, no se pone con facilidad al teléfono. Los grandes empresarios del país, acostumbrados a tener hilo directo con el poder, se han encontrado de golpe con un posible presidente al que no conocen de nada y al que no resulta fácil contactar. No se lo han cruzado en ningún foro de emprendimiento. Para llenar ese vacío ha surgido la figura de Pedro Francke, un economista y profesor universitario de 60 años con crédito entre los círculos empresariales.
Francke se unió a Castillo como asesor económico tras la alianza del maestro rural con Verónika Mendoza, una política de izquierdas más centrada y con una visión más urbana. Quería atraer así a la clase media que podía sentirse intimidada con propuestas similares a las de otros países de Latinoamérica gobernados por dirigentes autoritarios. Francke fue funcionario de alto nivel en los Gobiernos de los expresidentes Alejandro Toledo y Ollanta Humala. Conoce los resortes del poder. Desde su llegada, el candidato ha suavizado muchas de sus propuestas iniciales. “No habrá estatizaciones, ni expropiaciones, ni controles de precios. Nos hemos puesto un poquito más a favor del mercado”, explica el asesor en la cocina de su casa, donde se ha preparado un descafeinado en una vieja cafetera eléctrica. Lo acompaña con un helado de stracciatella.
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Eso matiza a aquel Castillo subido al estrado durante la campaña. Apenas era conocido en enero, cuando recorrió todo Perú con un mensaje antistablishment. A menudo atacaba en sus mítines la inversión extranjera y llamaba a proteger el mercado nacional con la subida de aranceles. Las mineras, según él, tenían los días contados. Su riqueza no beneficia a los pobres, sostenía Castillo. Esos mensajes en contra del libre mercado alarmaron al empresariado, que apoyó a Fujimori en masa. Entre ellos había algunos antifujimoristas que consideraban la elección de Keiko un mal menor. Francke cree que aquel Castillo era alguien en busca de atención: “Todo eso lo dijo cuando no tenía una candidatura muy fuerte”.
El profesor de escuela rural ha llegado hasta aquí, a las puertas del Palacio de Gobierno, de la mano de un partido que se declara marxista-leninista, Perú Libre. Con Francke, esa revisión de contratos de las transnacionales o unas hipotéticas nacionalizaciones se han convertido en un impuesto nuevo a los beneficios de las mineras. Algo que el presidente Humala planteó y los empresarios rechazaron. Él cree que ahora el momento es distinto. “La diferencia es que el precio del cobre, nuestra principal importación, está muy alto y los analistas internacionales dicen que esto tiene para rato. No es una cosa del año, hay unas razones como el crecimiento de China, la política de Joe Biden (presidente de EE UU) y un cambio tecnológico fuerte por mucha demanda hacia el cobre por la electricidad. Calculo que las empresas, solo en el cobre, tienen 9.000 millones de dólares adicionales de ingresos. Entonces el Perú puede decir: ‘compárteme un poquito más’”.