Pompeya es una extraordinaria máquina del tiempo que ha permitido conocer, como ningún otro yacimiento arqueológico, cómo era la vida en la antigüedad. No solo de los humanos, también de la fauna y el entorno. Los restos de uno de sus primeros animales aparecieron en 1938 entre los lapilli, fragmentos sólidos de lava, como un granizo negro que cubre el suelo de la ciudad romana, sepultada por la implacable erupción del Vesubio en el año 79.
Se trata del esqueleto de un caballo, de 1,34 metros de altura hasta la cruz, víctima también de la furia del volcán, que se usaba para el transporte de mercancías y que apareció dentro de un establo, con la cabeza reclinada hacia un pesebre y rodeado de paja y otros restos orgánicos.
A lo largo de las décadas, los restos del corcel corrieron la misma suerte que gran parte del yacimiento y cayeron en el olvido y el abandono, devastados por la mala gestión y por la Camorra, en lo que se conoció como “la segunda destrucción de Pompeya”. Los mafiosos trataron de infiltrarse en la gestión del yacimiento, comprando al personal, y robando piezas.
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Ahora, con el nuevo impulso que está experimentando el parque arqueológico, modernizado desde hace algunos años por una nueva Administración, que ha impulsado la mayor campaña de excavaciones en medio siglo, el animal ha vuelto a las manos de los expertos, que ya trabajan en su restauración para estudiarlo y acercarlo más a su aspecto original.
![Restauración del esqueleto del caballo de Maiuri.](https://imagenes.elpais.com/resizer/bwH1hNJZZ3KbJwc-7bYYKCE3zP4=/414x0/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/SXOF4ZWRCBD47NPXTERAQW2FP4.jpeg)
Se le conoce como el caballo de Maiuri por el nombre del famoso arqueólogo que lo descubrió, Amedeo Maiuri. El estudioso, siguiendo las tendencias de la época, basadas en una musealización consistente en convertir la ciudad en un museo al aire libre, dejaba los hallazgos en el lugar en que aparecían.
Lo mismo hizo con el esqueleto del caballo, al que colocó en pie sobre una estructura metálica, que cubrió con una tejavana para protegerlo de las inclemencias meteorológicas.
Nadie se ocupó después del caballo y el abandono acabó haciendo mella en su estado de conservación. El entramado metálico terminó por dañar el esqueleto y la oxidación de la estructura afectó al color de los huesos. Por este motivo, el Parque Arqueológico de Pompeya ha emprendido ahora su restauración.
![Restauración del esqueleto del caballo de Maiuri en Pompeya.](https://imagenes.elpais.com/resizer/bQ34_k77qzFn5ABb3_jiUzv1mjk=/414x0/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/4ALFJVODLNH55FT246NFZ63EAY.jpeg)
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Los científicos primero han estudiado el esqueleto del caballo con un escáner láser para crear un modelo en 3D. Después han trasladado los restos al laboratorio para desmontar las distintas partes de la osamenta y someterlas a un proceso de restauración, limpieza y consolidación. Finalmente se montará nuevamente el esqueleto en otra plataforma, de materiales más idóneos para el microclima del yacimiento, que además faciliten su conservación, y en una postura científicamente más correcta.
![Foto del caballo de Maiuri tomada en 1941-1942.](https://imagenes.elpais.com/resizer/Z2u8BMWtQjTIvqdRz7zI_d5unQc=/414x0/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/RQ2NKPXEOZFSLJYUISQRR5RMJA.jpg)
Un arqueólogo-zoólogo supervisará cada fase de este proyecto interdisciplinar para realizar un estudio científico del caballo, que no se realizó en la época de Maiuri, y que permita conocer más detalles sobre estos animales y el uso que se hacía de ellos en la Roma antigua, como señala el director del parque arqueológico, Gabriel Zuchtriegel.
![Estudio con escáner láser del esqueleto del caballo de Maiuri en el parque arqueológico de Pompeya](https://imagenes.elpais.com/resizer/t0DAXwJdsGc2zjOZuyiY42efnO8=/414x0/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/IKJK7QU66BFDHMGGVR7TA5UND4.jpeg)
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