Después de Antoni Gaudí, Josep Lluís Sert (1902-1983) es el arquitecto más relevante que ha dado Barcelona al mundo. Su trayectoria estuvo ligada a las convulsiones del siglo XX, en el que, con su innato sentido del cosmopolitismo. Vivió comprometido con la innovación y la responsabilidad social.
1. La primera vivienda
Rosselló, 36 (1929)
Además de ser la primera vivienda que proyectó Josep Lluís Sert, su intento de introducir una nueva tipología y de abrir caminos racionalistas que luego depuraría con mayor acierto, este edificio resulta interesante porque aquí vivió Joan Sales, autor de la mítica novela Incierta gloria (1956), y, sobre todo, primer editor de una de las obras maestras de la literatura catalana: La plaça del Diamant, de Mercè Rodoreda, publicada en Club Editor en 1962.
2. Casa Josefa López
Muntaner, 342 (1931)
Destaca la contundente composición de la fachada, en la que, según Oriol Bohigas, se aprecia una “elegantísima caligrafía de procedencia más o menos loosiana”. Adolf Loos, el arquitecto austriaco tan determinante en Viena, que consideraba delito el ornamento, a buen seguro se hubiese quedado prendado de estas líneas puras y tan armónicas que, por fuerza, conservan reminiscencias neoplasticistas. Esta es la primera obra madura del racionalismo, y en el último piso vivieron Sert y su mujer, Moncha, hasta que partieron al exilio.
3. Dispensario antituberculoso
Torres i Amat, 8 (1934-1938)
Detrás de la iglesia de Sant Pere Nolasc y de la plaza de Castilla, ese raro enclave que une la legendaria calle dels Tallers y el Macba, se esconde la obra arquitectónica más determinante de la época. Josep Lluís Sert junto a Joan Baptista Subirana y Josep Torres Clavé —miembros del GATCPAC— buscaron y encontraron entre 1934 y 1937 las mejores soluciones técnicas para un edificio sanitario, encargo del Departamento de Sanidad y Asistencia Social de la Generalitat. Tres edificios de ángulos rectos y formas puras, uno de los mayores logros de la arquitectura racionalista en nuestro país, y en los que por encima de todo destaca la funcionalidad y la sencillez, a partir de estructuras que priorizaban la ventilación y la idónea recepción del sol para el tratamiento de los enfermos. Hoy funciona como un centro de atención primaria.
4. Joyería Roca
Paseo de Gràcia, 18 (1934)
Probablemente esta sea una de las esquinas por la que más veces se ha pasado en esta ciudad, pero, por más que se haga, nunca se cansa uno de apreciar la fachada de la joyería Roca, “ligeramente mutilada” según Bohigas, pero sin perder su imagen general y sus elementos estilísticos. Se inauguró en 1934 y es una de las primeras obras de Sert. El libro Del món al museu (Disseny de producte, patrimoni cultural), editado por el Museu del Disseny de Barcelona, se hacía eco de la Cadira de Braços que el propio arquitecto diseñó para la joyería, una selecta y refinada silla. Y es que los artífices del GATCPAC también diseñaron la lámpara Llum de Peu, en 1932, que iluminaba el techo para ver a través de su reflejo.
5. Casa Bloc
Paseo de Torras i Bages, 101 (1932-1937)
En el barrio de Sant Andreu resiste este imprescindible prototipo de vivienda social y uno de los más brillantes ejemplos de arquitectura racionalista en Barcelona. Aquí confluyen luz, ventilación e higiene, las tres premisas fundamentales del grupo que proyectó durante la II República un conjunto de viviendas —todas exteriores— para los obreros, entonces hacinados en barracas en los barrios industriales, y para los que Josep Lluís Sert, Joan Baptista Subirana y Josep Torres Clavé quisieron crear un entorno limpio, claro y asequible que les hiciera la vida más fácil.
6. CRAI Biblioteca Pavelló de la República
Cardenal Vidal i Barraquer, 34 (1937 (reproducción póstuma de 1992)
Esta es la réplica del Pabellón de España de la Exposición Internacional de París de 1937, de Sert y Luis Lacasa con la colaboración de un avispado Antonio Bonet, que luego devendría en un gran arquitecto en el exilio, y que dejaría, también en Barcelona, obras importantes como la Torre Urquinaona o el famoso Canódromo Meridiana, y sería artífice de la famosa silla BKF. En su inmenso y definitivo libro La arquitectura moderna desde 1900, William Curtis apunta: “El edificio estaba construido a partir de una estructura de acero, pero tenía un patio cubierto por un toldo de doble grosor en el centro.
7. Fundación Joan Miró
Parque de Montjuïc, s/n (1975)
Ubicado en plena montaña de Montjuïc, sin duda una ubicación “sagrada”, este es el edificio que mejor representa (y culmina) la trayectoria de Sert, pues de alguna manera conjuga con gran delicadeza su primer viaje fundacional a Ibiza con las proporciones basadas en el modulor —un sistema de medidas a partir de la figura de un hombre con la mano levantada— de Le Corbusier. Aquí confluye todo: la composición volumétrica, la sencillez, la alegría, los colores primarios.