A días de la crucial Elección Judicial, el ambiente se torna tenso en México ante la preocupación del gobierno por los bloqueos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en diversos estados. El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, ha dejado claro que no se prevé una respuesta represiva hacia el magisterio, a pesar de su decisión de llevar a cabo un boicot.
La presidenta Claudia Sheinbaum también se pronunció sobre la situación, expresando su esperanza de que el magisterio no intente afectar el proceso electoral. Subrayó que el diálogo ha estado abierto, enfatizando la importancia de evitar la violencia en estas circunstancias.
Sin embargo, la inquietud no radica solo en el gobierno. Las acciones de la CNTE también han alarmado a quienes han optado por respaldar a ciertos candidatos, especialmente a la ministra Lenia Batres. Fuentes anónimas apuntan a que algunas secciones del SNTE, así como los poderosos núcleos en Oaxaca, Michoacán y Guerrero, están alineándose con su campaña.
Con un activismo sindical conocido y documentado, la ministra Batres podría conseguir un respaldo significativo de los trabajadores de la educación, lo que la colocaría en una posición favorable para convertirse en la primera presidenta de la Suprema Corte de Justicia elegida por sufragio popular. Esto representa una amenaza para figuras como la ministra Norma Piña y otros líderes empresariales y mediáticos.
Un aspecto curioso se ha manifestado en el Zócalo de la Ciudad de México, donde durante el plantón de la CNTE se han repartido acordeones, instando a votar por candidatos específicos, con un mensaje que resalta el apoyo a la Cuarta Transformación. Estos documentos han reflejado el sólido posicionamiento de la ministra Batres en las preferencias de los votantes, en comparación con sus colegas, lo que podría estar vinculado a las dinámicas de la política actual.
Mientras las encuestas indican un panorama que favorece a Batres, la incertidumbre persiste respecto a las acciones que tomará la CNTE en los días venideros. La situación plantea un reto no solo para el gobierno, sino para la estabilidad del proceso electoral y la dirección futura de la justicia en el país.
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