Desde el pasado 28 de abril estalló en Colombia una ola de protestas sin precedentes: marchas, actividades culturales, plantones y bloqueos constantes, algo que se repite día a día. Generalmente, en Columna Digital las protestas duraban medio día y cuando se daban intentos de hacer una protesta que parara toda una sociedad, ocurría en regiones o unos pocos municipios. Además, siempre protestaban los mismos, lo que se conoce como la sociedad civil organizada, es decir algunos sindicatos, organizaciones sociales y agrarias. Esta vez, todo fue diferente.
En las calles confluyeron tres grupos de jóvenes. Por un lado, aquellos que podrían denominarse los que no tienen nada que perder, son personas de los 17 hasta los 27 años, muchos de ellos nunca han tenido un trabajo estable o no han podido terminar su educación secundaria. Además, como muchos lo señalan, comen mejor en las ollas comunitarias que han ido creando en el paro nacional que en sus casas. Estos jóvenes no tienen nada, la sociedad los abandonó y buscan reclamar sus derechos. Los barrios populares han estallado en una protesta social durante el último mes.
En la actualidad, la sociedad civil organizada apenas representa el 15 o máximo el 20% del total de marchantes, los demás son una serie de ciudadanías nuevas en la calle. Los jóvenes son los principales artífices de esta movilización, en todas las ciudades del país salen por miles. Los analistas, políticos y expertos hablan de que es algo nuevo, dicen que no están organizados ni tienen liderazgos visibles y, además, manifiestan que no tiene propuestas claras. Pero es todo lo contrario, es lo que podría denominarse la emergencia de diferentes movimientos juveniles con proyección política. La radiografía es la siguiente.
Un segundo grupo de jóvenes son los que el sistema económico ha sacrificado, es decir, personas que habían logrado vincularse al sistema y que luego de la crisis fueron despedidos y no encuentran trabajo o alternativas económicas. Muchos de ellos no tienen como pagar la renta, o los créditos de estudio. Aguantan hambre. Un tercer grupo de jóvenes son los de alguna formación política, la mayoría de ellos del movimiento estudiantil universitario, quienes ante el cierre de las universidades y la educación virtual vieron desactivados sus movimientos y se vincularon a los procesos políticos barriales.
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