Es una mañana como tantas otras en el barrio 24 de Julho de Mopeia, y nada hace presagiar que vaya a ocurrir algo inusual. Apenas viven aquí un puñado de las 150.000 personas del distrito, repartidas en una extensión de campo de unos 8.000 kilómetros cuadrados que conforman una de las zonas más remotas e inaccesibles de la provincia de Zambezia, en el corazón de Mozambique.
El centro urbano más próximo se halla a menos de una hora en coche de este paraje de cultivos de maíz, anacardo y arroz salpicado de viviendas de cañizo por el que se deja ver algún animal doméstico, quizá un cerdo o unas gallinas, vecinos en bicicleta, mujeres transportando agua o machacando mijo con el mortero y multitudes de niños jugando porque es sábado y no hay colegio.
Mopeia se prepara para plantar cara a la malaria
De repente, una polvareda y el ruido de un motor rompen el silencio. Por el horizonte se dibuja un todoterreno blanco que se dirige en línea recta hacia la casa del señor Balança Manuel Sande, vecino previsor que ya lo estaba esperando sentado a la sombra de su porche. Hoy habrá novedades en el barrio, después de todo.
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El señor Sande, su mujer Zeria y sus ocho hijos reciben la visita de un equipo de científicos. Sin saber mucho de ciencia ni medicina, este agricultor sí ha accedido a atenderles porque el asunto que se traen entre manos le interesa, y mucho: le van a hablar sobre una nueva manera de controlar la malaria, una enfermedad que ataca a su familia y a su comunidad todos los años. Sande aún no lo sabe, pero él es una de las primeras personas que va a ser informada sobre el ambicioso Proyecto Bohemia, por las siglas en inglés de Broad One Health Endectocide-based Malaria Intervention in Africa.
Se trata de un ensayo clínico liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y que ha comenzado este 2021 con una financiación de 21 millones de euros aportada por Unitaid, la mayor cantidad otorgada a una iniciativa española para combatir esta enfermedad, según los investigadores. El objetivo es demostrar la eficacia de la ivermectina, un fármaco muy utilizado por sus propiedades antiparasitarias, para reducir la incidencia de este mal endémico que aún padecen 200 millones de personas al año, la mayoría en África subsahariana.