Dos noticias recientes confirman la volatilidad extrema de este producto digital, convertido en epicentro de un delirio especulativo. El 27 de septiembre, Martin Mobarak, un coleccionista privado de Miami, quemó Fantasmones siniestros, una obra original de la pintora Frida Kahlo, después de digitalizarla y crear a partir de ella 10.000 NFT que saldrán a la venta en breve. Con la desaparición del referente físico, según argumenta el emprendedor pirómano, las versiones digitalizadas multiplicarán su valor. En paralelo, Christie’s acaba de lanzar su plataforma de subastas 3.0, centrada exclusivamente en NFT, y la ha inaugurado con nueve obras de la activista y creadora visual de 18 años Diana Sinclair, a la que definen, no sin cierto humor, como la Lionel Messi del arte digital contemporáneo. Es decir, por muy aparatoso que esté resultando el colapso de su modelo de negocio, a los NFT no les faltan emprendedores desaprensivos ni grandes actores del capitalismo global dispuestos a mantenerlos a flote.
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