La Inteligencia Artificial (IA) ha dejado atrás su rol como promesa de futuro para posicionarse como un motor transformador en el aquí y el ahora. Según el Informe de Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicado el 22 de abril de 2025, se prevé que la IA contribuya con aproximadamente 0.5 puntos porcentuales al crecimiento del PIB global cada año hasta 2030. Esta revolución no solo está redefiniendo sectores productivos, sino que también está alterando dinámicas geopolíticas, sociales y ambientales. En este contexto, los riesgos y oportunidades presentan un vínculo complejo y delicado.
Las proyecciones del FMI destacan el vasto potencial de la IA como motor de desarrollo económico. Avances en automatización, aprendizaje automático y tecnologías cognitivas están impulsando la productividad en industrias como logística, finanzas, salud y educación. Por su habilidad para automatizar decisiones complejas y optimizar la asignación de recursos, la IA promete generar eficiencias que antes se consideraban inalcanzables.
Las industrias que adopten la IA en sus operaciones están posicionadas para experimentar retornos exponentes, particularmente en economías con infraestructuras digitales sólidas y ecosistemas de innovación avanzados. Sin embargo, esta revolución económica no garantiza que los beneficios se distribuyan equitativamente. Las economías avanzadas, especialmente aquellas que están a la vanguardia en investigación y tecnología de IA, aparecen como las más aptas para cosechar beneficios significativos. Por el contrario, los países en vías de desarrollo podrían enfrentar un aumento en la brecha de desigualdad.
Dentro de las naciones, los mercados laborales también se enfrentan a cambios drásticos. Las profesiones altamente especializadas, como ingeniería en IA, ciberseguridad y ciencia de datos, están previstas para expandirse, mientras que los empleos más rutinarios corren el riesgo de ser reemplazados por la automatización. Esto podría dar lugar al surgimiento de “mercados laborales cognitivos”, donde el trabajo intelectual se vuelve modular y susceptible a la automatización, desafiando así los modelos tradicionales de empleo.
La adecuada capacitación y educación serán esenciales para que empresas, gobiernos y personas puedan capitalizar las oportunidades que ofrece la IA. No obstante, la gestión incorrecta de estas nuevas posibilidades podría acentuar desigualdades tanto a nivel nacional como internacional. Además, el FMI subraya que el auge de la IA plantea un importante desafío ambiental; se prevé que la computación relacionada con la IA añada entre 1.3 y 1.7 gigatoneladas de emisiones de CO₂ para 2030, equivalente a cinco años de emisiones energéticas actuales de Italia. La alta demanda energética para entrenar y operar modelos de IA plantea una paradoja: aunque la IA tiene el potencial de optimizar redes eléctricas y desarrollar tecnologías sostenibles, también podría convertirse en una fuente considerable de emisiones.
Las principales empresas tecnológicas están invirtiendo en soluciones como hardware de IA eficiente energéticamente, modelos de bajo consumo y diseños de centros de datos sostenibles. Sin embargo, alinear el crecimiento de la IA con los objetivos climáticos será uno de los grandes retos de la próxima década.
Más allá de sus implicaciones económicas y ambientales, la IA se está consolidando como un nuevo eje de competencia geopolítica. El control sobre la infraestructura de IA —incluyendo semiconductores y datos— proporciona ventajas tanto económicas como estratégicas. La carrera por esta infraestructura no solo busca competitividad, sino que también aboga por la independencia económica y la resiliencia de largo plazo.
La inteligencia artificial representa una de las transformaciones más profundas en la economía global desde la Revolución Industrial. Si bien su potencial podría desbloquear niveles sin precedentes de prosperidad, también plantea riesgos de desigualdad y repercusiones medioambientales. Las proyecciones del FMI indican que el mundo está viviendo un momento histórico. Liderazgo visionario, agilidad en las políticas públicas y una innovación ética son esenciales para navegar esta nueva era. La revolución económica impulsada por la IA ya está en marcha; el impacto que esta tendrá en la humanidad dependerá de las decisiones estratégicas tomadas en este periodo crítico.
La información aquí reflejada corresponde a datos disponibles hasta el 28 de abril de 2025 y puede estar sujeta a actualizaciones basadas en desarrollos futuros hasta el año 1745836900.
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