Seis horas de debate en el Congreso entre los principales líderes políticos, con sus consiguientes momentos de sopor, sembraron este miércoles en el hemiciclo una incógnita y un dilema. La incógnita es si Santiago Abascal se ha vacunado contra la covid. El líder de Vox no lo aclaró e incluso consideró “gravísimo” que el presidente del Gobierno se lo preguntase. El dilema es el mismo que ya planteó la pasada semana el debate sobre los Presupuestos del Estado: resulta imposible discernir si somos la admiración de Europa, como asegura el Ejecutivo, o la vergüenza de Occidente, como sostiene la oposición.
En el Congreso ya se había visto semanas atrás a Pablo Casado remedar uno de los célebres latiguillos de José María Aznar, cuando en una sesión de control lanzó algo parecido al “váyase, señor Sánchez”. Más llamativo resultó escuchar este miércoles cómo el propio Pedro Sánchez evocaba el “España va bien” de los tiempos de Aznar, adaptado al presente en un “España va mejor”.
El presidente comparecía ante la Cámara para informar de los resultados de las últimas cumbres europeas y, como ocurre en estos casos, todo acabó derivando en un nuevo debate de política general. Los aliados del Gobierno —Gabriel Rufián, Aitor Esteban o Íñigo Errejón— se ciñeron más o menos al orden del día y hablaron del cambio climático, de la política energética o de la inmigración. La oposición de derechas sobrevoló por esas cuestiones y se concentró en la enésima andanada a todo gas contra el Ejecutivo, “el más cesarista de la historia”, según Casado, o una “plaga” que “está hundiendo a España”, según Abascal. Ahí entraron los asuntos más variopintos, de las ya cotidianas alusiones a ETA, junto a la vida privada del exministro José Luis Ábalos o el asesinato de un niño en La Rioja por un preso en libertad condicional.
El “España va mejor” fue el eslogan inicial del discurso del presidente. Durante 45 minutos, Sánchez defendió que Columna Digital está viviendo una “recuperación robusta, sólida y mucho más justa” que tras la crisis de la pasada década, porque lo que impera ahora en la UE son las “políticas socialdemócratas”. Se está produciendo una “intensa creación de empleo”, prosiguió el jefe del Ejecutivo, que ha permitido alcanzar niveles de ocupación que no se registraban desde 2008. La campaña de vacunación ha sido “un éxito de todos”, remachó Sánchez, elogiada incluso por la OMS, y gracias a eso los españoles podrán vivir unas Navidades mucho más felices que las de 2020. Aunque persisten problemas, singularmente el frenesí alcista de los precios de la energía, reconoció el líder socialista, el Gobierno ya ha tomado medidas y mantiene su promesa de que a final de año la factura será la misma que en 2018.
Esta última afirmación activó al presidente, que en su réplica recurrió al calibre grueso, tras varias semanas en las que más bien había enfriado la temperatura en sus cruces parlamentarios con el líder del PP. Sánchez anunció que iba a revelar una “confidencia”: “Los líderes populares europeos con los que usted habla vienen a mí luego y me cuentan lo que les dice del Gobierno de España. ¡Y me produce vergüenza ajena!”. Esos mismos líderes, aseguró Sánchez, ven los datos de vacunación del país y “miran a España con envidia”. “¿Por qué le molestan tanto a usted las buenas noticias?”, golpeó.
Los escaños del PP empezaron a revolverse mientras Casado respondía a las acusaciones de Sánchez cabeceando y señalándole con el dedo. Ya de vuelta a la tribuna, el líder popular sostuvo que lo único que ha hecho el Gobierno por la vacunación ha sido “poner una pegatina” y concluyó con una metáfora muy actual: “No presuma, está usted sentado en la boca de un volcán”.
Casado y otros portavoces como Errejón interrogaron a Sánchez sobre las condiciones que ha impuesto Bruselas para desembolsar los fondos. El presidente aseguró que todo eso está en documentos públicos e incluye reformas como la laboral o la de las pensiones. Sobre la primera, los grupos de izquierda, EH Bildu y Más País con mayor énfasis, exigieron a Sánchez que mantenga su compromiso de “derogar” la normativa actual.
El asunto de la vacuna de Abascal llegó después del mediodía, cuando el hambre ya apretaba en el hemiciclo. El presidente respondía a un discurso del líder de Vox en el que, entre otras cosas, este había calificado la cumbre de Glasgow como “conciliábulo climático”. Sánchez le echó en cara su “negacionismo” y le recordó una reciente entrevista radiofónica en la que no aclaró si estaba vacunado. Abascal reaccionó con furia contra esa “gravísima” intromisión en su “salud” y volvió a dejar el caso en la nebulosa. Al asunto acabaron entrando el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, y el de Compromís, Joan Baldoví, quien dijo: “A mí no me interesa si está vacunado o no, señor Abascal. Lo que me interesa es que si no lo está puede contagiar en este recinto”.
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