La fecha de la próxima reunión de la mesa de diálogo sobre el conflicto político en Cataluña será una de las decisiones que el presidente Pedro Sánchez y el jefe del Govern, Pere Aragonès, tomen en la reunión a solas que planean para antes de que acabe el mes. El líder catalán manifestó ayer, en la rueda de prensa posterior al Consejo Ejecutivo, su voluntad de hablar por teléfono antes del viernes con Sánchez e intentar encajar las agendas para verse en Madrid.
El foro de diálogo que en su día crearon el PSOE y ERC a cambio de facilitar la investidura de Sánchez no se reúne desde febrero de 2020, y todo este tiempo ha servido de arma arrojadiza entre el Gobierno y la Generalitat que presidía Quim Torra. El cambio de color en el Govern, con el republicano Aragonès ahora a la cabeza, abre un nuevo tiempo que ambas partes quieren aprovechar y, muy especialmente, escenificar.
La concesión de los indultos a los líderes del procés implicará un desgaste para el Ejecutivo de Sánchez y el Gobierno busca amarrar el apoyo de ERC en temas clave de lo que queda de la legislatura. Pese a que ambos dirigentes mantienen líneas de contacto abiertas, el encuentro en Madrid —aunque vestido de protocolario— permitiría ahondar en un clima de confianza mutua.
Aragonès ayer recogió el guante lanzado por Sánchez, que el pasado lunes propuso la celebración en La Moncloa de una reunión protocolaria entre ambos dirigentes. “Vienen tiempos de mucha interlocución, sobre cuestiones fundamentales pero también del día a día”, anunció el president en la rueda de prensa posterior a la reunión semanal del Ejecutivo que preside.
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