Según el mito fundacional de Silicon Valley, las historias de éxito empiezan en un garaje. La de Moxie Marlinspike comienza en un barco, en medio de una tormenta. Era marzo de 2012, estaba a punto de anochecer en San Francisco cuando decidió salir a navegar. Fue una mala idea. Tan pronto como llegó a mar abierto, una ráfaga de viento golpeó la embarcación, alejándola de la costa y zarandeándola hasta hacerla volcar. Marlinspike cayó a un mar bravo y cada vez más negro. “Había oído historias sobre personas que se ahogan en la bahía”, contaría después. “Siempre me había preguntado cómo se acababa en esa situación”. El agua no superaba los 10 grados y a Marlinspike la vista se le empezaba a nublar. Una embarcación lo vio. No solo le salvó la vida, también se la cambió.
“Hay una tensión entre cómo funciona el mundo y los sentimientos que genera una experiencia cercana a la muerte”, reconoció en una entrevista en la revista The New Yorker en octubre. Esa tensión acabó por explotar menos de un año después del incidente. Marlinspike dimitió como jefe de seguridad de producto de Twitter, renunciando a cerca de un millón de dólares en acciones, creó una organización sin fines de lucro, Open Whisper Systems, y retomó los proyectos de encriptación de código abierto que abandonó al entrar en Twitter. Fueron los primeros pasos para crear Signal, el servicio de mensajería cifrada de extremo a extremo, que vio la luz en 2014.
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De entre los usuarios de Signal, quizá el más simbólico es Edward Snowden, el antiguo analista de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense. Conoció a Marlinspike en 2015 en Moscú. Snowden lo describió como “fenomenalmente interesante”, “tremendamente divertido” y una “figura salvaje, casi literaria”. Este respondió diciendo que lo importante es que los usuarios confíen en su software, no en él.
Signal está cifrado de extremo a extremo. Cuando envías un mensaje, este entra en un túnel y su contenido solo puede ser visto cuando sale al otro extremo. Si alguien intentara echar un vistazo por alguna grieta, vería un montón de dígitos sin sentido. Este tipo de protocolo ya existía antes de Signal, pero el usuario tenía que cortar y pegar un montón de códigos antes de enviar cada mensaje. No era muy práctico. “Signal demostró que esto es posible de manera elegante y eficiente”, explica Carmela Troncoso, especialista en privacidad de la Escuela Politécnica Federal de Lausana. Signal, a ojos del usuario, se parece a WhatsApp y ese es uno de sus grandes logros. El mayor ha sido que WhatsApp quiera parecerse a él. Entre 2014 y 2016, Marlinspike trabajó en la implementación de su protocolo en WhatsApp, Facebook y Google. Millones de usuarios usan hoy su sistema de encriptación.



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