La cuarta nación más rica del planeta, atendiendo al poder adquisitivo per capita de sus habitantes, no sobrepasa en sus dimensiones a la tildada de capital del mundo, Nueva York. Integrante del selecto club de ciudades-estado, junto al Vaticano y Mónaco, Singapur tiene apenas 5,7 millones de habitantes, y, de ellos, 42 residentes permanentes han alcanzado o superado el umbral de los 1.000 millones de dólares estadounidenses (algo menos de 850 millones de euros).
En agosto la revista Forbes publicaba el listado de las 50 personas más ricas que habitan en Columna Digital insular, medio centenar de privilegiados que amasa una fortuna conjunta que sobrepasa los 208.000 millones de dólares (175.550 millones de euros) y que encontró en 2020 un nicho perfecto para ampliar su riqueza en medio de la actual crisis sanitaria global.
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El chino naturalizado singapurense Li Xiting es el ser humano más rico en la llamada Ciudad de los Leones y el 82º de la Tierra, con un patrimonio de 23.000 millones de dólares (19.500 millones de euros). El fundador de la empresa de biomedicina Mindray Bio-Medical Electronics, quien entró en el ranking de Forbes hace un año, ha visto aumentar su capital gracias a la demanda de respiradores y otros insumos médicos necesarios para combatir la covid-19.
Li ha desbancado este agosto al matrimonio de los también chinos con pasaporte singapurense Zhang Yao y Shu Ping, dueños del imperio de alimentación hot pot Haidilao, que han caído a la cuarta posición de la lista después de que su riqueza conjunta se redujese de 19.000 a 16.000 millones de dólares (de 16.000 a 13.500 millones de euros). Esta cadena de restaurantes cuenta con casi 1.300 establecimientos repartidos por China, Singapur, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos y la clave de su éxito está en la atención al cliente: salas de espera convertidas en cines, espacios en los que hacerse la manicura, robots que recogen los platos, camareros que bailan al servir noodles…; toda una experiencia gastronómica que cada vez se acerca más a la ciencia ficción.
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Dos escaños por arriba de la pareja, con un patrimonio de 20.500 millones de dólares, más de 17.300 millones de euros, el segundo residente más rico de Singapur es Eduardo Saverin, cofundador de Facebook junto con Mark Zuckerberg. El emprendedor de 39 años, nacido en São Paulo y criado en Miami, renunció a la ciudadanía estadounidense en 2012, dos años después de llegar a Singapur. En contraste con la imagen que de él se muestra en la película hollywoodense La red social, Saverin afirma que lo que realmente lo movió a quedarse en el país fue el amor por Elaine, su esposa, y por la ciudad. Sus detractores, sin embargo, insisten en que la principal razón fue la evasión de impuestos. El empresario lleva una vida que puede costear con sus profusas arcas: se mueve en Bentley, tiene mesa fija en un club nocturno de élite y cuentas abiertas en bares que ascienden a los 50.000 dólares, según Forbes.
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Cierra el podio el más veterano de estos multimillonarios, el singapurense de 94 años Goh Cheng Liang. Goh empezó desde cero, abriendo una tienda de pintura en 1955. En 1962, firmó un acuerdo para ser el primer proveedor en Singapur de los productos de la japonesa Nippon Paint Holdings, el cuarto fabricante de pintura del mundo. Este nonagenario amasa en 2021 una fortuna de 18.600 millones de dólares (unos 15.700 millones de euros) gracias a que su hijo, Goh Hup Jin, actual presidente de dicha firma nipona, orquestó este año un acuerdo por 12.000 millones de dólares (10.100 millones de euros) para convertirles a ambos en los accionistas mayoritarios de la empresa.
Para estos privilegiados y los que les siguen en el listado, por paradójico que pueda resultar cuando se piensa en alguien que lo tiene todo para darse el lujo de llevar un estilo de vida extravagante, los 721,5 kilómetros cuadrados de Singapur no se han quedado pequeños. Vibrante y cosmopolita, la isla es uno de los lugares favoritos para asentarse entre las familias más pudientes de la región. Se trata de un enclave idóneo en el que echar el ancla y luego soltar amarras desde y hacia cualquier punto del sureste asiático, donde el sol baña con frecuencia las playas e innumerables rascacielos delimitan el skyline; una imagen entre lo paradisíaco y futurista que se complementa con el glamur de sus restaurantes, resorts, casinos y boutiques.
Al no permitirse viajar con facilidad durante la pandemia, la ciudad-estado se ha reinventado para ofrecer (aún) más experiencias de lujo para los locales. Los hoteles de cinco estrellas, como el Marina Bay Sands (que posee la infinity pool más grande del mundo en su planta 57) o The Fullerton, ofrecen paquetes de “vacaciones en casa” y el Grupo Pan Pacific, que cuenta con ocho instalaciones hoteleras repartidas por la isla, ha lanzado una gran variedad de experiencias de recreo en sus propiedades, como descuentos en spas y “créditos en cenas”. El resort Capella, donde el precio mínimo por noche es de 560 euros, ofrece “retiros tropicales”, un aislamiento idílico que nos transporta a una playa de cualquier otro país. Estudios, villas, suites…, el tipo de habitaciones disponibles es tan variado como las necesidades de los clientes: staycations, workcations o petcations, para vacaciones largas, de trabajo o con mascotas, respectivamente.