Suiza enterró este domingo su ley climática. Con 51% de votos en contra, los suizos rechazaron en referéndum la propuesta que preveía una serie de medidas para reducir a la mitad las emisiones de dióxido de carbono.
En línea con los objetivos del Acuerdo de París para frenar el cambio climático. Se trata de una sorpresa mayúscula, pues la iniciativa era apoyada por el Gobierno y todos los partidos políticos. A excepción de la formación de ultraderecha UDC. Sin embargo, finalmente resultó decisivo el rechazo de las regiones rurales.
El resultado tiene que ver con la resistencia a la introducción de tasas para reducir el CO₂, pero también con la fuerte oposición de la población rural.
En el voto de la gente pesó más la idea de que las tasas de la ley climática hubieran supuesto un ligero aumento de la gasolina y al diésel. Hubiese tenido un impacto en el precio de los billetes de avión para los vuelos que salen de Suiza, así como en el combustible utilizado para la calefacción.
El argumento del Gobierno de que esta tasa climática era redistributiva, es decir, que a cambio la ciudadanía hubiese recibido una compensación económica directa.
La iniciativa planteaba que la mitad del dinero recogido a través de la tasa climática iba a ser destinado a un Fondo para el Clima, que hubiese servido para incentivar a las inversiones, innovaciones y nuevas tecnologías favorables a la protección del clima.
La Ley CO₂, también obligaba a los vendedores de vehículos a proponer unidades cada vez más eficientes en términos de emisiones.