El Gobierno de Ucrania ha acusado a Rusia de deportar a su territorio a miles de personas forzosamente, entre ellas, cientos de menores. La defensora de los Derechos Humanos ucrania, Liudmila Denisova, asegura que las fuerzas de Vladímir Putin están trasladando a civiles del área de Donbás y de localidades ocupadas del sur a campamentos improvisados denominados “de filtración”.
Las fuerzas rusas les requisan los pasaportes, son interrogados y, finalmente, muchos de ellos son enviados a ciudades rusas. Kiev denuncia que Moscú conduce a miles de civiles desesperados por las bombas y la destrucción a través de corredores, a veces sin saber hacia dónde se dirigen. Al menos 40.000 han sido trasladados ya de Ucrania a territorios controlados por Rusia, según la vice primera ministra de Ucrania, Irina Vereshchuk.
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En las instalaciones de recepción de desplazados internos del centro del país, varias personas de la zona del sur de Donetsk describen casos de civiles captados en controles rusos, que son detenidos y trasladados contra su voluntad. Por teléfono, una mujer de Mariupol que pide proteger su identidad porque aún tiene familia en la ciudad, afirma que sus vecinas, muy mayores, se vieron forzadas a aceptar el traslado por parte de los soldados rusos. “Entraron en el refugio donde estaban y les dijeron que pronto sería atacado. No tuvieron otro remedio”, relata.
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha asegurado que unos 2.000 menores han sido “secuestrados” en las zonas que permanecen bajo el ataque de las fuerzas del Kremlin. Pero las dificultades para acceder a esos territorios, sumadas a la ausencia de organismos internacionales en dichos puntos, hacen muy difícil una verificación independiente de las cifras. Ucrania denuncia el secuestro, además, de decenas de alcaldes, políticos locales, periodistas y activistas de las localidades ocupadas.
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