En la frontera con Belice, un joven apicultor se destaca como un último bastión contra el avance del monocultivo en la región. Sus colmenas, ubicadas en un pequeño terreno, son su principal herramienta para proteger la diversidad natural de la zona.
El niño, cuya edad no se revela en el reportaje, ha aprendido de su padre el arte de la apicultura y el valor de preservar el equilibrio ecológico en un entorno amenazado por grandes fincas dedicadas al cultivo de un solo tipo de planta. A pesar de su corta edad, demuestra una profunda conexión con la naturaleza y una gran responsabilidad hacia su comunidad.
A través de su trabajo, este joven apicultor contribuye a la polinización de cultivos locales, promoviendo así la biodiversidad y la sostenibilidad en la región. Su labor no solo beneficia a su entorno inmediato, sino que también sirve como inspiración para otros jóvenes a seguir su ejemplo y comprometerse en la protección del medio ambiente.
En un mundo donde la agricultura intensiva y el monocultivo son cada vez más comunes, la historia de este niño apicultor nos recuerda la importancia de mantener la diversidad y la armonía en nuestros ecosistemas. Su dedicación y pasión por la apicultura son un testimonio vivo de cómo la juventud puede marcar la diferencia en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial.