El Arte como Herencia y Transformación
En el trasfondo de la trayectoria de la artista Vanessa García Lembo se halla una semilla que ha germinado a través del tiempo, enraizada en una rica historia familiar. Su abuelo materno, originario de Italia, dirigía un taller donde la precisión del trabajo en bronce y cobre coexistía con la creación de objetos guiados únicamente por la imaginación. Una infancia llena de horas en ese taller se convirtió, sin que ella lo supiera, en el cimiento de su carrera artística.
El ambiente facilitó que, junto a su padre aficionado a la fotografía, García Lembo absorbiera el valor de observar el mundo con profundidad. Durante su niñez, no solo aprendió a mirar, sino a encontrar significado en lo que a menudo permanece invisible. Este tipo de percepción la llevó a desarrollar su propio lenguaje artístico.
A los 16 años, su búsqueda la llevó a Oregon, Estados Unidos, donde entabló una amistad que la llevó a Hamburgo, Alemania. Allí, en el luminoso taller de Carl Róhrig y en el de Pulley-Beuys, descubrió su verdadera pasión: la pintura. El reconocimiento de esta necesidad creativa se fue construyendo a partir de recuerdos y experiencias previas, en los que la observación meticulosa y la creatividad desatada jugaron papeles cruciales.
La experiencia en Alemania marcó un cambio significativo en su obra, llevándola a crear paisajes fragmentados que cuentan historias diversas. Su estilo fusiona la fotografía y la pintura, produciendo representaciones de entornos industriales y portuarios que reflejan la complejidad de la memoria y el desplazamiento.
En su proceso creativo, García Lembo encontró el kintsugi, una técnica japonesa que repara cerámicas con oro, destacando la belleza de las fracturas en lugar de ocultarlas. Esta filosofía de aceptar y embellecer lo roto resuena en su trabajo, donde interviene sus fotografías, rompiendo y volviendo a unir, en un acto de transformación continua.
Su dedicación al arte no pasa desapercibida: ha obtenido reconocimientos como el Premio de Pintura Alfredo Zalce y menciones honoríficas en exposiciones como la cuarta Bienal de Monterrey. Además, ha sido merecedora de diversas becas para residencias artísticas en varias naciones, incluidas Canadá, Turquía y, por supuesto, México.
La fecundidad de su trabajo refleja una profunda fidelidad al proceso creativo, a un viaje que combina la herencia familiar con la exploración contemporánea. La certeza de García Lembo es que la mejor forma de estar viva es a través de la creación, un principio que sostiene su camino en el arte, entre el cobro y el bronce, la fotografía y el viaje.
Este trayecto artístico ofrece una rica narrativa que no solo revela el proceso creativo, sino que también invita a la reflexión sobre el papel del arte como un recurso para entender y transformar la realidad.
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