Bob Sternfels lidera la consultora McKinsey a nivel global y, con un fondo académico en historia y una destacada trayectoria en water polo, ofrece una perspectiva interesante sobre el mundo empresarial y el talento humano. En una charla reciente, enfatizó cómo el deporte acuático refleja la dinámica de la competencia entre negocios. Las lecciones que se extraen son trascendentales: el éxito en water polo, como en los negocios, a menudo se decide en lo que ocurre “debajo del agua”, un recordatorio de la importante labor en equipo sobre el desempeño individual.
Bajo su dirección, McKinsey ha enfrentado el reto de atraer y retener talento. Con más de 40,000 empleados en 54 países y contratando alrededor de 7,000 a 8,000 nuevos profesionales anualmente, la consultora está revisando sus métodos de selección. La noción de quiénes son “los mejores” ha evolucionado con el tiempo. Anteriormente, se buscaba a los graduados de las universidades más prestigiosas; sin embargo, el enfoque actual busca diversidad y resiliencia, priorizando a quienes han superado adversidades personales y poseen habilidades excepcionales para aprender y trabajar en equipo. Alarmantemente, apenas el 17% de las nuevas contrataciones provienen de programas de MBA.
La sede mexicana de McKinsey se presenta como un modelo de incubación de talento, albergando profesionales de 18 nacionalidades. Sternfels, enfatiza la intención de hacer crecer a México, aspirando a un crecimiento anual del 5% en lugar del 1 o 2% habitual, buscando abordar retos en salud pública, infraestructura y energía.
La región de América Latina, que ha beneficiado a McKinsey con oportunidades de crecimiento, presenta una ventaja demográfica única y la habilidad de sus líderes de navegar instabilidades. Estos atributos les permiten asumir riesgos donde otros son más conservadores. Sternfels menciona, además, que a pesar de que muchas grandes empresas en la región son familiares, el enfoque a largo plazo de estas los ha ayudado a obtener mejor rendimiento en el tiempo.
Por otro lado, McKinsey, que está próximo a cumplir 100 años, reflexiona sobre su historia, reconociendo errores como en el caso de los opioides, lo que llevó a un replanteamiento de sus protocolos. La crítica hacia el papel de la consultora en el sector energético ha sido significativa, especialmente en el contexto del cambio climático. A pesar de ello, McKinsey defiende su misión de aportar mejoras a la eficiencia de estas industrias.
En un entorno donde la voz de los expertos es cuestionada, McKinsey se presenta como un referente en la generación y análisis de datos, invirtiendo más de mil millones de dólares anualmente en investigación, algo que, según ellos, podría mejorar significativamente el bienestar mundial, como en el caso de la salud de las mujeres.
Finalmente, Sternfels abordó el tema del disenso al interior de McKinsey, enfatizando su compromiso con una meritocracia que valora la diversidad de opiniones. Aunque reconocen los desafíos de esta práctica, su objetivo es fortalecer el diálogo y la mejora continua en su cultura corporativa.
Este análisis revela no solo la estrategia de McKinsey para adaptarse a un mundo empresarial en constante cambio, sino también su firme compromiso con el desarrollo regional y la relevancia de los liderazgos.
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