Un pequeño grupo de periodistas recibe a Francisco Igea, vicepresidente de Castilla y León y uno de los miembros de Ciudadanos más críticos con la dirección que encabeza Inés Arrimadas, en los jardines del palacete de los duques de Pastrana de Madrid, donde el partido celebra este fin de semana una convención con la participación de unos 300 militantes. La primera pregunta va a degüello:
―¿Qué tendría que salir de aquí para que Ciudadanos pueda sobrevivir?
―Bueno, ¡estamos vivos…!
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Francisco Igea, que hasta última hora no había recibido la invitación a una convención cuyo primer objetivo es ese, lanzar el mensaje de que Ciudadanos aún vive, llega con media hora de retraso. El diputado Edmundo Bal, vicesecretario general y portavoz nacional del partido, ya ha pronunciado ante militantes e invitados un entusiasta discurso —“somos los únicos liberales, somos el partido correcto, estoy feliz de estar aquí”— en el que, sin embargo, admite sin rodeos que Ciudadanos se ha equivocado: “No me cuesta trabajo decirlo. No nos cuesta decir que hemos cometido errores y que hay que aprovechar los aciertos de otros partidos”.
La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, puso después nombre a esos errores: “No es fácil gobernar en coalición cuando eres el partido pequeño. Hemos mejorado los gobiernos en los que participamos, pero no hemos sabido después transmitir esas mejoras”.