Ha sido un viaje largo y extraño en las cuatro décadas que han transcurrido desde que Rick Doblin, un investigador pionero de las drogas psicodélicas, probó su primera dosis de ácido en la universidad y decidió dedicar su vida a los poderes curativos de los compuestos que alteran la mente. Aunque las campañas antidrogas provocaron la criminalización del éxtasis, el LSD y los hongos alucinógenos, y ahuyentaron a la mayoría de los investigadores del campo, Doblin continuó su cruzada quijotesca con la ayuda económica de sus padres.
La misión de Doblin de lograr que los alucinógenos sean aceptados por el público en general dará un salto significativo hacia adelante este mismo mes, cuando se espera que la revista Nature Medicine publique los resultados de su estudio de laboratorio sobre el MDMA, la droga de clubes nocturnos conocida popularmente como éxtasis y Molly. En el estudio clínico, el primero en Fase 3 con terapia asistida por drogas psicodélicas, reveló que el MDMA de la mano de una terapia producía un alivio marcado en los pacientes con trastorno por estrés postraumático grave (TEPT).
Los resultados fueron divulgados semanas después de un estudio publicado en New England Journal of Medicine que enfatizaba los beneficios de la psilocibina, el ingrediente psicoactivo de los hongos alucinógenos, en el tratamiento de la depresión y han emocionado a científicos, psicoterapeutas y empresarios de la medicina psicodélica, un campo que se ha expandido con rapidez. Estas personas aseguran que es sólo cuestión de tiempo para que la Administración de Alimentos y Medicamentos apruebe el uso terapéutico de los compuestos psicoactivos: en 2023, el MDMA ya podría recibir la aprobación, y la psilocibina uno o dos años más tarde.
Revolución psicodélica
Tras décadas de satanización y criminalización, las drogas psicodélicas están a punto de entrar a la psiquiatría tradicional, con profundas consecuencias para un campo que en décadas recientes ha visto pocos avances farmacológicos para el tratamiento de los trastornos mentales y las adicciones. La necesidad de una nueva terapéutica se ha vuelto más urgente en medio de una epidemia nacional de abuso de opioides y suicidios.
“Algunos días despierto y no puedo creer cuán lejos hemos llegado”, comentó Doblin, de 67 años, quien ahora supervisa la Asociación Multidisciplinaria de Estudios Psicodélicos (MAPS, por su sigla en inglés), un imperio multimillonario de investigación y defensoría que tiene una plantilla de 130 neurocientíficos, farmacólogos y especialistas regulatorios que están preparando el terreno para la próxima revolución psicodélica.
Las universidades más importantes de la nación están acelerando el paso para crear centros de investigación psicodélica y los inversionistas están destinando millones de dólares a un grupo de empresas emergentes. Hay estados y ciudades que están comenzando a relajar las restricciones hacia las drogas, y algunas personas esperan que estos sean los primeros pasos hacia la despenalización federal de las drogas psicodélicas para uso terapéutico e incluso recreativo.
“Ha habido un cambio en la marea respecto de las actitudes hacia algo que hace no mucho tiempo era considerado una ciencia marginal”, comentó Michael Pollan, cuyo éxito de ventas, How to Change Your Mind, es un libro que ha ayudado a eliminar el estigma en contra de las drogas en los tres años que han pasado desde su publicación. “Debido a la crisis de salud mental, hay una gran curiosidad y esperanza en torno a las drogas psicodélicas y un reconocimiento de que necesitamos nuevas herramientas terapéuticas”.
La pregunta que se hacen muchas personas es qué tan lejos —y qué tan rápido— debería balancearse el péndulo. Incluso los investigadores que defienden la terapia asistida por alucinógenos aseguran que el deseo de comercializar las drogas combinado con un creciente movimiento para liberalizar las prohibiciones existentes podrían ser un riesgo, en especial para quienes padecen trastornos psiquiátricos graves, y malograr el regreso metódico y lento del campo a la aceptación pública.
La organización de Doblin, MAPS, se enfoca principalmente en obtener la aprobación para las terapias asistidas por drogas y promoverlas en todo el mundo, pero también está abogando por la legalización de las drogas psicodélicas a nivel federal, aunque con estrictos requisitos de concesión de licencias para el uso recreativo en adultos.
Varios estudios han mostrado que los alucinógenos clásicos como el LSD y la psilocibina no son adictivos y no causan ningún daño a los órganos incluso en dosis altas. Además, contrario al conocimiento popular, el éxtasis no deja hoyos en los cerebros de los usuarios, según los estudios, ni tampoco hay daño a nivel cromosómico tras un mal viaje de ácido.
Sin embargo, la mayoría de los científicos concuerda en que es necesaria una mayor investigación relacionada con otros posibles efectos secundarios, como la manera en que las drogas podrían afectar a las personas con problemas cardiacos. Además, aunque la acumulación constante de datos alentadores ha suavizado el escepticismo de científicos prominentes, algunos investigadores desaconsejan la aceptación precipitada de las drogas psicodélicas sin una supervisión rigurosa. A pesar de que un “mal viaje” es poco común, un puñado de testimonios anecdóticos sugiere que las drogas psicodélicas pueden inducir psicosis en quienes padecen trastornos mentales subyacentes.
Michael P. Bogenschutz, un profesor de psiquiatría que dirige el Centro para la Medicina Psicodélica del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York desde su inauguración hace cuatro meses, comentó que la mayoría de los estudios clínicos hasta la fecha se habían realizado con cantidades pequeñas de personas que eran examinadas a detalle para descartar a las que tuvieran esquizofrenia y otros problemas mentales graves.
Esto dificulta saber si habrá posibles reacciones adversas si millones de personas consumen las drogas sin orientación ni supervisión. “Sé que puede sonar como una tontería, pero, chicos, no las prueben en casa”, mencionó Bogenschutz. “Simplemente les sugeriría a todos que no se adelanten a los datos”.
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