La novela de Argentina con el FMI no ha terminado. El directorio aprobó finalmente este viernes refinanciar una deuda de 44.000 millones de dólares y ya entregó a Buenos Aires la primera cuota del acuerdo, por 9.650 millones. Pero la directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva, advirtió que los compromisos asumidos por el Gobierno de Alberto Fernández enfrenta “riesgos excepcionalmente altos”, producto de la guerra en Ucrania. El acuerdo, dijo Georgieva, necesitará de “recalibraciones tempranas” para adecuar las metas asumidas por Argentina para la inflación y déficit fiscal.
El escenario ha cambiado en forma dramática desde que se redactó el acuerdo. Argentina se comprometió con el FMI ha alcanzar el equilibrio fiscal en 2024, bajar la inflación (que hoy supera el 50% anual) y reducir los subsidios a la energía (en 2021 alcanzaron los 11.000 millones de dólares, equivalentes al 2,3% del PIB). Las metas parecen ahora inalcanzables, vista la disparada de los precios de la energía. Si bien Argentina es productora de crudo y gas, subsidia las tarifas de los hogares con sumas millonarias, en un intento por evitar una subida de precios que presioné aún más sobre la inflación.
El acuerdo con el Fondo supone que Argentina recibirá en un plazo de 30 meses los 40.000 millones de dólares necesarios para cancelar el crédito que recibió el Gobierno de Mauricio Macri en 2018. El dinero ingresará a Argentina y volverá de inmediato al FMI, en un pase de manos de suma cero. Pero el país sudamericano no deberá utilizar reservar internacionales para cumplir con los pagos. La intención es que aproveche el período de gracia de dos años y medio para recuperar su economía y, con esto, su capacidad de pago.
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La negociación con el Fondo demoró casi dos años, el tiempo que ha transcurrido desde que el Gobierno de Fernández acordase la refinanciación de 68.000 millones de dólares adeudados a inversores privados. El ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, prometió entonces una acuerdo veloz con el FMI. Pero las diferencias en el seno de la coalición de Gobierno complicaron las cosas, sobre todo por la oposición de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, a cualquier concesión que implicase un ajuste de la economía. El presidente Fernández cerró finalmente un acuerdo, pero al costo de quebrar el Frente de Todos y alejarse del kirchnerismo. Los diputados y senadores que responden a la vicepresidentas votaron en el Congreso en contra del entendimiento con el Fondo.
Argentina debía pagar la semana próxima un vencimiento de 2.800 millones de dólares, una suma que no tiene. Con el ingreso de los primeros 9.650 millones del acuerdo, podrá cumplir con el pago y, al mismo tiempo, sumar 6.850 millones de dólares a las reservas del Banco Central. Los desafíos, sin embargo, son enormes. Al deterioro del contexto internacional, el Gobierno debe administrar la fractura política interna.
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