Poco antes del mediodía del 8 de junio y durante un lapso de casi una hora, buena parte de las principales webs de todo el mundo como la de Amazon, Twitch, New York Times, HBO Max, Hulu, la web del Gobierno de Reino Unido, Spotify, Reddit, comenzaron a registrar problemas de funcionamiento. En algunos casos, estas llegaron a quedar inaccesibles para muchos usuarios. La razón, uno de los eslabones secundarios del sistema, una compañía llamada Fastly, sufrió un error en sus sistemas, lo que provocó una caída en cadena en todo el mundo. En un mundo digitalizado a la fuerza y entregado al teletrabajo por la pandemia se dispararon todas las alertas: internet parecía venirse abajo por momentos.
“Este suceso pone de relieve la fragilidad del sistema sobre el que se asienta internet”, asegura Igor Unane, responsable técnico de S21. La clave, asegura este ingeniero en sistemas de telecomunicaciones, radica en la concentración de una estructura en la que “una serie de grandes fabricantes que van acaparando la hegemonía”. “El sistema es débil porque en ocasiones depende de un solo punto en esta nube de contenido”, completa Jordi Serra, profesor de la UOC. La clave para solucionar el problema pasar por repartir juego: que un solo eslabón no pueda provocar un fallo generalizado. El problema para ello: los costes.
Apenas una hora después el incidente quedaba resuelto y el pánico dejaba paso al humor y los memes. Uno de los eslabones secundarios del sistema, una compañía llamada Fastly, había sufrido un fallo que provocó la caída en cadena de todas las empresas a las que prestaba servicio. Pero, más allá de la anécdota, el suceso volvió a poner de manifiesto la debilidad de la configuración de una red de redes sobre la que se apoyan las comunicaciones, la economía y el funcionamiento de las sociedades modernas. Máxime en un momento en el que un gran porcentaje de empresas —el 43% en España, según el INE— hacen uso del teletrabajo.
En todo el mundo hay más de 1.800 millones de páginas web, según los datos de Internet Live Stats. Estas páginas necesitan los servicios alojados en la nube, es decir, en costosos servidores externos distribuidos por todo el planeta. En la nube se aloja tanto este artículo como buena parte de los servicios a los que acceden diariamente millones de personas: Gmail, Spotify, WhatsApp y también los aparatos que tenemos en casa, como Alexa o Google Home. Seis de cada 10 sitios o servicios web en todo el mundo dependen de tan solo tres proveedores: Amazon Web Services, Microsoft Azurey Google Cloud. Y junto a estos tres gigantes, en un segundo nivel, se encuentran otras firmas llamadas de red de distribución de contenido (CDN, por sus siglas en inglés). Las más conocidas son Cloudfare, Akamai y Fastly, la causante del fallo global de ayer.