La cocina presenta una de las interrogantes más frecuentes y polémicas en torno a la preparación de uno de sus ingredientes más versátiles: los hongos. La pregunta que resuena con frecuencia es si deben lavarse antes de su uso. La respuesta es, generalmente, no. Sin embargo, como en muchas decisiones culinarias, hay excepciones dignas de consideración.
La principal razón para abstenerse de lavar los hongos radica en su estructura porosa. Bajo este aspecto, los hongos funcionan como pequeñas esponjas. Al sumergirlos en agua, ocurren varios fenómenos:
Absorción de agua que diluye el sabor: El agua penetra en su interior, provocando que se diluyan los compuestos aromáticos sutiles y el característico sabor umami que los distingue.
Alteración de la textura: Un hongo que ha sido empapado se convierte en gomoso y blando durante la cocción, lo que impide que se dore y caramelice adecuadamente. En su lugar, sufrirá una cocción al vapor, resultando en una textura poco atractiva.
Dificultades para lograr el dorado: La humedad excesiva en la superficie limita la capacidad del hongo para alcanzar la temperatura ideal necesaria para conseguir una costra dorada, tan apreciada al saltear o planchar.
La técnica adecuada para limpiar la mayoría de los hongos, incluidos champiñones, portobellos y creminis, es el cepillado en seco. Los pasos son sencillos y garantizan el mantenimiento del sabor y la textura:
- Paso 1: Utiliza un cepillo de cerdas suaves o una brocha de repostería para eliminar con delicadeza los restos de tierra.
- Paso 2: Si restan manchas persistentes, un paño ligeramente húmedo será útil. Humedece una toalla de papel y frota suavemente las áreas necesarias, asegurándote de utilizar la menor cantidad de humedad posible.
- Paso 3: Recorta la base del tallo, que tiende a ser la zona más seca y terrosa, con un pequeño corte.
Sin embargo, existen situaciones en las que un lavado rápido es inevitable, especialmente con hongos silvestres como las morillas o las patitas de pájaro. Sus formas complejas pueden ocultar tierra o pequeños insectos.
En tales casos, se recomienda un lavado exprés: coloca los hongos en un colador y enjuágalos rápidamente bajo un chorro de agua fría. Es crucial no dejarlos en remojo.
Posteriormente, el secado debe ser inmediato y exhaustivo para preservar las características del hongo. Utiliza papel absorbente o una centrifugadora para asegurarte de que queden lo más secos posible antes de cocinarlos.
La regla de oro es clara: siempre que sea factible, evita el agua y opta por el cepillado. Reserva el lavado rápido para las variedades que lo requieran, y siempre seca a fondo. Así, garantizarás que los sabores y texturas del bosque se reflejen en tus platos, brindando una experiencia culinaria excepcional.
Esta información, aunque relevante, corresponde a una publicación anterior de agosto de 2025 y se basa en conocimientos que permanecen válidos hasta la actualidad.
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