El operario estira el brazo y va señalando las cámaras individuales en las que habitualmente se guardan los cadáveres. “En esta hemos tenido que meter a dos. Y en esta también. Y en esta…”. Es la morgue del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IMLCF) de Santa Cruz de Tenerife, que en las últimas semanas se ha convertido en otro escenario del drama de la crisis migratoria en Canarias. En una estancia contigua está la llamada “sala de catástrofes”. En ella se acumulan en estanterías los cuerpos sin vida de la mayoría de los 24 migrantes encontrados muertos el 27 de abril, en la jornada más trágica de la ruta migratoria canaria desde el día de los enamorados de 2009, cuando 25 personas murieron en un naufragio en Lanzarote. Los responsables de la institución forense reclaman ayuda, ya que esta última tragedia ha desbordado sus instalaciones.
A mediodía del 27 de abril, durante un entrenamiento fuera de los límites de su ruta, un avión del Servicio Aéreo de Rescate (SAR) avistó un cayuco a la deriva, a 270 millas náuticas (unos 500 kilómetros) al suroeste de la isla canaria de El Hierro. Estaba “en mitad de ninguna parte”, describió el comandante Ignacio Crespo. El escenario a bordo helaba la sangre: tres supervivientes —dos hombres y una mujer—, exhaustos tras más de 20 días de viaje, se agarraban a la vida rodeados por 24 cadáveres. Uno de los dos varones fue dado de alta la pasada semana y permanece acogido por la Cruz Roja con secuelas psicológicas. Los otros dos supervivientes están ingresados en centros hospitalarios de Tenerife.
Lo que encontraron los rescatadores del Ejército aquel mediodía es, sin embargo, solo una parte de la historia. La ONG Caminando Fronteras, que fue contactada por familiares de la mujer que se salvó, sostiene que esta embarcación coincide con una que partió de Mauritania el 5 de abril con 59 personas a bordo. De confirmarse esta información, además de los 24 cadáveres habría otros 32 desaparecidos.
La llamada ruta canaria es la más peligrosa para llegar a Europa, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Sus datos precisan que 849 personas perdieron la vida al intentar cruzarla en 2020, una por cada 26 que lograron desembarcar en el archipiélago. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la OIM estiman que unas 90 personas han perdido la vida en el mar este año en dicha ruta. Apenas se han recuperado algo más de medio centenar de cuerpos.
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