Muchas veces a los padres y madres nos cuesta hablar de sexualidad con nuestros hijos. Puede ser por vergüenza, por desconocimiento o por temor. Pero la sexualidad es parte de la vida, y debe ser aceptada como un proceso natural de todo ser humano. Los niños y niñas empiezan a tener conocimiento sobre su sexo en torno a los tres años, cuando descubren sus genitales y se dan cuenta de que son diferentes en chicos y chicas.
La conciencia de identidad sexual aparece algo más tarde, sobre los siete u ocho años, y es ahí cuando el papel de los progenitores es determinante. ¿Estamos preparados para aceptar la identidad sexual de nuestro hijo? ¿Tenemos la formación que necesitamos en educación sexual para explicárselo?
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“La sexualidad, como constructo subjetivo, va evolucionando y adquiriendo matices a lo largo de nuestro desarrollo y en función de nuestras experiencias. Nos constituye como personas y es fundamental para el desarrollo emocional y psicológico del ser humano”, explica Laura Palomares, sexóloga y directora de Avance Psicólogos. Para la experta, entender nuestra sexualidad desde el conocimiento y la información “es fundamental para el bienestar, la autoestima y el normal desarrollo emocional y personal”.
Por todo ello “es fundamental, para el desarrollo y equilibrio psicológico de cualquier niño, sentirse comprendido y aceptado por sus principales figuras de apego. Cuando las personas que me protegen y que son mis principales figuras de afecto rechazan “quien soy”, se puede generar un trauma”, incide Palomares.
Consecuencias de no aceptar la identidad de tu hijo en su salud mental
La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) acaba publicar un informe en el que intenta determinar la relación que existe entre la aceptación de la orientación sexual de los hijos por parte de sus padres y sus repercusiones en la salud mental a largo plazo de los niños y niñas.
La muestra fue de 175 lesbianas y gais ya adultos que fueron divididos en cuatro grupos y contestaron un cuestionario vía redes sociales en el que hablaban de la relación con sus padres cuando salieron del armario. Además, los participantes contaron en todo momento con apoyo psicológico.
La conclusión fue que los padres que aceptan de buen grado y validan la identidad sexual desde el principio, les hace ser más fuertes mentalmente a lo largo de su vida. Por el contrario, aquellos que fueron poco aceptados por sus padres. Tienen una mayor probabilidad de padecer trastornos mentales como depresión o ansiedad y de consumir drogas en la adolescencia y en la edad adulta que el resto de la población.
Por todo ello, el autor principal del estudio y terapeuta familiar, Matthew Verdun, asegura que “las actitudes de los padres hacia la orientación sexual de sus hijos definitivamente importan, pero es la consistencia en esas mismas actitudes lo que más se valora”.