Explicar a nuestros hijos e hijas que viven en un mundo desigual es importante. En primer lugar porque no podemos dejarles al margen de la realidad, meterles en una burbuja y evitarles todos los desengaños o desilusiones con los que se toparán a lo largo de la vida, adoptando un estilo sobreprotector que, como consideran los psicólogos, acaba produciendo a largo plazo más dolor del que pretende evitar. En segundo lugar, porque aún intentando mantenerles alejados de la realidad más cruda, descubrirán más pronto que tarde que existen diferencias, desigualdades e injusticias en el mundo. Lo descubrirán por casualidad, jugando en el parque, paseando por la calle, mirando la televisión o bien, lo vivirán en sus propias carnes.
La psicóloga y experta en literatura infantil Gemma Benito nos cuenta: “Hablarles de las desigualdades sociales forma parte de su acercamiento al mundo, conocer sus maravillas y también sus miserias, para poco a poco ir formándose sus propias ideas y quizás, creativas soluciones”. Respecto a cómo plantear el tema considera que el día a día ofrece muchas escenas a partir de las cuales podemos plantearles preguntas, “cuánto, más abiertas, menos condicionamos su respuesta. En los viajes, el teatro y la literatura infantil, también podemos encontrar diversos contextos de desigualdad social, que les ayuden a pensar. Considero que ayudar a nuestros hijos y hijas a pensar, y extraer sus propias ideas, es una de las mejores herencias que podemos dejarles”.
La psicóloga infantil y madre Sara Tarrés asegura que, tarde o temprano, nos van a preguntar si somos pobres o ricos, o por qué aquella persona pide dinero en la puerta del súper, o por qué otra duerme en la calle rodeada de basura. Preguntas que deberemos contestar con la mayor sinceridad posible, adecuando nuestro lenguaje a su edad y nivel de comprensión. “Explicarles a nuestros hijos que existen estas diferencias nos permite educar en valores tan importantes y necesarios como son la humildad, el sentido de la justicia, la generosidad, la compasión, el altruismo o la empatía. Valores que deben ser potenciados desde la familia y la escuela para contrarrestar la injusticia, el egoísmo, la insolidaridad y la arrogancia con la que tantas veces nos topamos en nuestro entorno y que esta sociedad consumista nos empuja hacia esos abismos”, afirma Tarrés.
Hablarles de la abundancia de los recursos naturales, de la biodiversidad, y del equilibrio entre el ser humano y su entorno sería una buena manera de comenzar. “Para añadir, que estos recursos aunque abundantes son limitados, y algunas personas los acumulan para su beneficio. Produciendo la explotación y las guerras, que dan lugar a la existencia de ricos y pobres”, afirma Benito. Cuentos con los que trabaja estas cuestiones que (a bote pronto) pueden parecer complejas: Lo que tú quieras de Elle Duthie y Daniela Martagón (Editorial Wonder Ponder); Nubes y Chatarra de Emilio del Peso y Julia Antúnez (Tramuntana Editorial); Un largo viaje de Daniel Hernández Chambers (Kalandraka); La economía en cómic de Jézabel Couppey-Soubeyran y Auriane Bui (Astronave) o El libro de los saludos de Arianna Squilloni y Olga Capdevila (A buen paso).