Desde que Pedro Sánchez ganó las primarias a Susana Díaz a la secretaría general del PSOE en mayo de 2017, las relaciones entre ambos políticos han estado marcadas por la desconfianza. Ese fue el principio. Después se pasó de la desconfianza a la lucha frontal. Sánchez ganó. La presidenta andaluza formó un ejército de militantes en todas las federaciones socialistas con el concurso activo y fundamental de los principales barones territoriales. Junto a ellos, los líderes morales del PSOE, las referencias de ese partido, con Felipe González a la cabeza, se colocaron junto a Díaz.
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Antes de que la guerra total entre uno y otro culminara con la victoria del político madrileño, Díaz cosechó éxitos con los que logró arrinconar a Sánchez hasta llevarle a la dimisión. En la retina, en la memoria y en el corazón de muchos socialistas se guarda el traumático comité federal del 1 de octubre de 2016, en el que el entonces secretario general constató que estaba en minoría y dimitió. La presidenta andaluza salió triunfante y con muchos planes. Primero, volar con toda libertad conformando un PSOE andaluz más autónomo, a la manera del PSC, y en un horizonte nada lejano ser ella la líder del partido, de todo el partido, y candidata a la presidencia del Gobierno de España.
Contra todo pronóstico de quienes apoyaban a Díaz, el ganador de las primarias para la secretaría general del PSOE fue Sánchez. Si los dirigentes no le querían, los militantes sí. Los partidarios del que fuera vencedor se veían también vencedores. Díaz volvió a centrarse en Andalucía y Sánchez siguió su camino de éxitos hasta llegar a La Moncloa: primero, por una moción de censura; después, por las urnas. La política andaluza perdió la presidencia de Andalucía. Su victoria electoral no sirvió dada la voluntad de pacto inmediata que mostraron el PP y Ciudadanos, con la ayuda de Vox. Uno, presidente del Gobierno de España; ella, en la oposición del Parlamento andaluz.
La tensión no terminó con Sánchez en La Moncloa. Desde Andalucía se plantearon pulsos a Ferraz con la composición de las listas al Congreso en las elecciones de 2019. Ejecutivas afines a Díaz relegaron en los puestos de las candidaturas a los ministros de Sánchez. Al final, siempre ganaba Ferraz. La líder del PSOE andaluz cambió de registro con la victoria de Sánchez en las elecciones de noviembre de 2019, rendida a la evidencia de que su rival tenía todo el poder. A partir de entonces parecía que todo iba a ir bien aunque cuando perdió el gobierno regional en Ferraz hubo un movimiento de iniciar de inmediato el descabalgamiento de Díaz. Pero se paró.

La secretaria general del PSOE de Andalucía, Susana Díaz, este martes en rueda de prensa. En vídeo, declara que se presentará a las primarias del PSOE de Andalucía pero critica su adelanto.
En las reuniones internas, Díaz insistía en narrar sus conversaciones con el presidente y subrayar sus buenas relaciones “con Pedro”. A la par los críticos a Díaz, de manera muchas veces descoordinada, han ido dando pasos para aglutinar un grupo compacto, pero sin tener claro el candidato alternativo. Una reunión de senadores y diputados al Congreso celebrado en abril de 2020 supuso un punto de inflexión. Díaz convocó esa cita, de la que dejó fuera a los parlamentarios autonómicos, para intentar trasladar que el PSOE era una piña. Pero en ese cónclave, hubo 32 turnos de palabras y 23 fueron críticas con la gestión de la secretaria general y su manera de ejercer la oposición. Ferraz tomó nota de lo ocurrido.
Presión para el relevo
Susana Díaz tiene experiencia en primarias. Compitió contra Pedro Sánchez por la secretaría federal en mayo de 2017, que ganó el hoy presidente con el 50,2% de los votos, frente al 39,9% de Díaz. Desde que el PSOE perdió Andalucía, pese a ganar las elecciones en diciembre de 2018, la dirección federal ha empujado a favor de la renovación. El secretario de Organización, José Luis Ábalos, habló un día después de los comicios de la “necesaria regeneración” en la federación andaluza y la permanente de la ejecutiva federal abogó por “reforzar y renovar en algunos casos los liderazgos autonómicos para hacer al PSOE competitivo en todos los territorios”.
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