La pandemia ha sido una bomba para la salud mental de los niños y adolescentes. La Fundación Anar, que gestiona líneas de ayuda telefónicas y un chat para menores que sufren violencia o problemas psicológicos, contabilizó 11.761 casos graves en 2020, que abarcan desde maltrato a abusos sexuales, trastornos de alimentación o dificultades de relación, por ejemplo.
En un informe publicado que se publica este miércoles, Anar alerta de que se alcanzaron “niveles récord” de ansiedad o depresión. Atendieron 412 casos de ideación o intento de suicidio, un 145% más que en 2019, y a 205 personas por autolesiones, un 180% de aumento. La fundación lleva meses alertando de que los problemas que atañen a los menores se han disparado este último año. No solo psicológicos. También prestaron asistencia en 1.601 casos de maltrato físico: en un año en que los menores pasaron más tiempo que nunca en casa, el entorno en que supuestamente debían estar más protegidos, el aumento de casos fue del 21%.
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Benjamín Ballesteros, el director de Programas de esta organización, explica que los hogares sufrieron un “cóctel molotov” que ha derivado en que se incrementen los problemas graves en los niños y en los adolescentes. Durante un periodo largo de tiempo les fue imposible salir de casa, han estado sometidos a restricciones, han sentido que perdían libertad, han sufrido el fallecimiento de sus seres queridos, el miedo a la muerte, la tensión de un espacio reducido, sin colegio, metidos en casa.
Esto provocó que aumentaran la ansiedad y la tristeza. Y, en estas circunstancias, las consecuencias psicológicas se disparan. “Hablamos de menores que viven en tensión permanente y muy duradera. Es como una olla exprés”, apunta Ballesteros.