El açai es el último grito entre los que presumen de comer sano. La baya que crece en lo alto de palmeras en aldeas como Punã en la Amazonia profunda triunfa en medio mundo. Contiene antioxidantes, nutre y da energía. Convertido en un denso líquido de color púrpura, los aldeanos de Punã (Brasil) lo toman a diario y de mil maneras. Con pescados como el pirarucú, con pollo. Mezclado con fariña de mandioca crocante. De postre, con o sin azúcar. Algunos con sal. “Lo cogíamos para comer en el día porque se estropea rápido”, cuenta Ariel de Souza, 23 años. Un edificio centenario de la fiebre del caucho recién rehabilitado preside el pueblito a orillas del río Amazonas.