A días de la elección judicial programada para el próximo domingo 1 de junio, el enfoque en México se intensifica respecto a los aproximadamente 3,000 cargos federales y locales que se renovarán. Entre los protagonistas de este proceso decisivo se encuentra Jazmín Bonilla García, quien aspira a convertirse en ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Con una trayectoria destacada en los tribunales desde los 19 años, Bonilla enfrenta esta cita electoral con optimismo, aunque también expresa su preocupación por las debilidades del proceso actual.
Una de las principales inquietudes de Bonilla es la inclusión de las personas con discapacidad en el proceso electoral. Según sus palabras, el diseño de las papeletas puede perjudicar a votantes con limitaciones visuales, quienes deberán recurrir a terceros para marcar sus opciones. “Las personas con discapacidad no nos pueden elegir con completa libertad”, asegura. Su crítica no se limita al ámbito electoral; Bonilla también señala la necesidad de superar barreras que dificultan la participación activa de estas personas en el sistema judicial, como la falta de accesibilidad en los expedientes electrónicos.
Como actual magistrada de circuito, Bonilla ha recorrido distintos eslabones de la carrera judicial, lo que le otorga una perspectiva rica y variada sobre el funcionamiento del Poder Judicial. Si es elegida, tiene planeado priorizar la rapidez y la justicia, identificando y eliminando procesos obsoletos dentro de la Corte que podrían tardar la resolución de casos.
Uno de los hitos más significativos en su trayectoria fue su participación en la creación de la constitución de la Ciudad de México en 2016, un proyecto que enfatiza la importancia del trabajo en equipo y el diálogo para lograr sentencias justas y plenamente enriquecedoras.
Bonilla, que se posiciona en la papeleta morada con el número 04, se presenta como la única candidata respaldada por los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Con una hoja de vida que incluye una impecable trayectoria sin sanciones ni cuestionamientos éticos, destaca la importancia de los avances logrados por el Poder Judicial en cuanto al reconocimiento de derechos y libertades de los ciudadanos.
Cuestionada sobre la elección de juzgadores por voto popular, ella se muestra crítica, subrayando los progresos significativos del sistema judicial y la necesidad de continuar en esta senda de mejora constante. Este contexto revela no solo el camino que ha recorrido Jazmín Bonilla y sus propuestas, sino también el desafío actual del sistema judicial en su conjunto.
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