El pozole, un platillo icónico de la cocina mexicana, se eleva a la categoría de un códice líquido que respira la historia y la cultura de México. Cada grano de maíz y hebra de carne cuentan la evolución de una tradición que ha resistido el tiempo, desde los ritos prehispánicos hasta convertirse en un emblema de celebración y comunidad.
Su origen se remonta al imperio mexica, donde el pozole, conocido en ese entonces como “tlacatlaolli”, era un manjar reservado para ceremonias rituales en honor a Xipe Tótec, dios de la fertilidad, la agricultura y la guerra. Este platillo no era parte de la dieta diaria; su consumo estaba restringido a las clases altas, y se creía que en su preparación se utilizaba carne humana de guerreros enemigos, no como un acto de canibalismo, sino como un ritual para absorber su valor y fuerza.
En la actualidad, el pozole se diversifica en diversas variantes regionales, cada una con su historia y sabor distintivos, destacándose el Pozole de Moctezuma, cuyas raíces se encuentran en un pequeño local en la colonia Guerrero, en la Ciudad de México. Inaugurado en 1947 por Doña Balbina Valle, este lugar ha crecido gracias a su fama transmitida de boca en boca, lo que lo convierte en un verdadero símbolo culinario. Su especialidad es el pozole estilo Guerrero, que se sirve en versiones blanco y verde, siendo el verde notablemente más espeso y profundo en sabor.
Otra joya gastronómica es La Perla Tapatía, fundada en 1984 por una familia originaria de Jalisco. Su enfoque principal es la birria de chivo estilo Jalisco, pero el pozole aquí también destaca, conocido por su caldo diáfano que permite apreciar la calidad de la carne y el maíz. Las personalizaciones van desde salsas picantes hasta acompañamientos frescos de la tradición tapatía.
Por su parte, Casa Licha se erige como un tesoro en Iztapalapa. Desde 1960, ha mantenido la tradición del pozole de Chilapa, sirviendo exclusivamente pozole blanco y verde durante los fines de semana, lo que crea una experiencia culinaria anticipada y deseada por los comensales. Su pozole verde es apreciado por su frescura y ligereza.
Finalmente, Los Tolucos, con más de 55 años de historia, ha establecido un “corredor pozolero” en la colonia Algarín. Especializándose en pozole estilo Guerrero, este lugar destaca por su caldo denso y concentrado, que se contrapone al estilo más ligero de otras variantes en la ciudad. Este restaurante también es conocido por sus carnitas, ofreciendo una experiencia completa para los amantes de la cocina mexicana.
Al explorar estos templos del pozole en la Ciudad de México, cada bocado ofrece no solo un deleite gastronómico, sino también un viaje a través de la rica herencia cultural de un platillo que sigue uniendo y celebrando a las comunidades mexicanas.
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