Sigird Kaag, ministra holandesa de Exteriores en funciones, ha dejado el cargo este jueves después de haber sido reprobada por el Congreso tras la caótica evacuación de los traductores y el resto del personal afgano que trabajó para Países Bajos hasta la entrada de los talibanes en Kabul. Las negociaciones para pactar una nueva coalición han entrado en su sexto mes sin que se vislumbre una salida, y Kaag, que lidera a los liberales de izquierda, es una figura esencial para el futuro Gabinete.
Su partido (D66) quedó en segundo lugar en las elecciones del pasado marzo, y sin su grupo no hay acuerdo posible. De momento, ha asegurado que seguirá adelante con la formación de Gobierno. La ministra de Defensa, Ank Bijleveld, ha sido objeto de la misma reprobación, pero ha declinado dejar su puesto por ahora. Asegura que quiere traer a los afganos que siguen atrapados en su país.
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La falta de visión del Ejecutivo holandés a la hora de afrontar la suerte de los civiles afganos que colaboraron con sus tropas ha marcado a ambas ministras. El pasado 11 de agosto, apenas cinco días antes de la llegada de los talibanes a Kabul, el Ejecutivo decidió que no deportaría a Afganistán a los solicitantes de asilo sin permiso para permanecer en Países Bajos. El parón se planteó durante seis meses, pero el rápido avance talibán abochornó a los gobernantes. Tanto Kaag como Bijleveld se han defendido de las críticas de la Cámara diciendo que era imprevisible que las cosas se precipitaran de tal modo.
Que no tuvieron tiempo material para organizar las evacuaciones. Durante el debate parlamentario se ha sabido que la embajada holandesa en Kabul llevaba meses pidiendo un plan para sacar de allí a los afganos que figuraban en sus listas oficiales. Los reproches a la lentitud oficial y las trabas burocráticas han sido constantes, y Kaag se ha defendido diciendo que había “un punto ciego, una zona oscura” que no vieron, “pero tampoco otros países con afganos que debían ser evacuados”.
La ya exministra de Exteriores ha señalado asimismo que la rapidez de los talibanes “les ha sorprendido incluso a ellos mismos, y nosotros tampoco evaluamos bien los riesgos para la seguridad del aeropuerto de la capital de Afganistán”. “Por otra parte, nuestra dependencia de Estados Unidos, que estaba allí al mando, ha tenido un efecto negativo sobre la operación”, ha añadido. Kaag ha pedido disculpas, pero al final se ha encontrado ante su propio espejo. El pasado abril, apoyó una moción de reprobación contra el primer ministro en funciones, Mark Rutte, que la perdió. En su caso, fue por haber mentido supuestamente durante las negociaciones para la nueva coalición gubernamental.
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Kaag dijo que ella se marcharía de verse en dicha tesitura. Es lo que ha ocurrido, y la píldora le resulta muy amarga porque viene de hacer carrera en la diplomacia y en Naciones Unidas. Países Bajos tiene ahora un primer ministro y una ministra de Exteriores en funciones y reprobados por el Congreso, que lideran las conversaciones para formar un nuevo Gobierno.